Acabar con el Estado Islámicoy mantener a raya al peligro yihadista. Cualquiera que haya seguido con atención los pasos de Donald Trump desde el anuncio de su candidatura a la presidencia sabe que ese ha sido uno de los mantras del comandante en jefe de los Estados Unidos, casi más que el anuncio de la construcción del famoso muro fronterizo con México. Hace un par de días volvió a decirlo: "Destruiremos al EI y protegeremos la civilización. No tenemos opción. Será una lucha más corta de lo que un montón de gente piensa, créanme", ya que hemos realizado tremendos pasos.

Por eso, el ataque lanzado la pasada noche, en respuesta al brutal crimen contra la población civil, con armas químicas perpetrado por Al Assad -del que poco o nada ha dicho la izquierda internacional, tan solidaria en otras ocasiones con las víctimas de las guerras-es la consecuencia lógica de ese discurso. También de la notable influencia de los consejeros áuricos del ala oeste -que por cierto se llevan a matar-Steve Bannon, bautizado como jefe de estrategas, y Jared Kushner, el marido de Ivanka, conocido en las ácidas tertulias de Washington como el "primer yerno".

Se da el caso de que el "primer yerno" es judío y multimillonario , y claro, Israel, tan molesto con las indecisiones de Obama en los asuntos tocantes al mundo musulmán, ha sido uno de los primeros países que ha aplaudido la contundente medida contra el régimen de Damasco. También la OTAN ha mostrado su conformidad. Tras despotricar contra las críticas del republicano, el Tratado del Atlántico Norte no ha tenido más remedio que hacerle la ola, como prólogo a lo que está por venir. Habrá muchas más olas y menos reproches, seguro.

Trump ha usado los amplios poderes que le otorga la Constitución en política exterior para atacar Siria sin pedir permiso al Congreso, aunque en este asunto existe cierta controversia entre demócratas y republicanos. Es lo contrario a lo que hizo Obama en 2013, cuando consultó a los representantes del pueblo, tal vez porque sabía que la respuesta sería negativa.

El golpe de mando también ha enviado a los americanos un mensaje no menos importante: Rusia no marca la política de los Estados Unidos y la amistad con Putin llega hasta donde el magnate quiere que llegue.

El presidente ha logrado remontar unos puntos su popularidad, por los suelos en las últimas semanas, otro de los objetivos de la acción militar. Queda por ver cual será el siguiente paso. Estados Unidos lidera la coalición internacional que da apoyo aéreo y consejo militar a Irak, en la batalla de Mosul, segunda ciudad mayor del país, que comenzó el pasado octubre. Está claro que este presidente, al que en Europa han presentado -a mi modo de ver con gran frivolidad-como ultra nacionalista y "ombliguista", no piensa quedarse sentado en Mar a Lago mirando a los delfines saltar en el Océano.