El candidato de la derecha a las presidenciales francesas, François Fillon, acusó este miércoles a la izquierda de haber orquestado un golpe de Estado institucional con las acusaciones de empleos supuestamente ficticios que pesan sobre su esposa, mientras en su propio partido vio cómo aparecen ya voces que piden que abandone la carrera por el Elíseo.

El pasado jueves, un día después de que el semanario satírico 'Le Canard Enchaîné' destapara el escándalo, el ex primer ministro, de 62 años, dijo ser objeto de una campaña mediática en su contra, pero este miércoles apuntó directamente al poder.

La respuesta del Ejecutivo no tardó en llegar, y en boca de su portavoz, Stéphane Le Foll, calificó de "inaceptable" esa acusación y pidió que cada uno asuma sus responsabilidades, porque los franceses "solo esperan verdad y transparencia".

En un encuentro con los parlamentarios de su partido, Los Republicanos, Fillon lamentó que la credibilidad de su candidatura se haya cuestionado, y les pidió "ser solidarios" y "aguantar 15 días", tiempo en el que espera resultados de la investigación preliminar abierta por la Justicia.

Los agentes quieren establecer si hubo malversación de fondos públicos, abuso de bienes sociales y receptación en los empleos de Penelope Fillon como asistenta parlamentaria de su marido y otro diputado y como colaboradora de la revista 'La Revue des Deux Mondes', con un sueldo global cercano al millón de euros.

Fillon intentó contener este miércoles el impacto de esa polémica en su propia formación, y aunque muchos de sus fieles apostaron por respaldarle, han empezado ya a pronunciarse quienes dudan que pueda seguir defendiendo sus colores.

La derecha comienza a moverse

"La situación es muy comprometida. Creo que el resultado de las primarias es caduco ante un acontecimiento imprevisible, que se sitúa no solo en un registro judicial, sino también en uno ético y moral", indicó el parlamentario Georges Fenech, que ha pedido convocar un consejo extraordinario.

Cercano al expresidente Nicolas Sarkozy, rival de Fillon en esos comicios internos, Fenech dice no actuar por venganza, sino con la convicción de que el partido no puede esperar la decisión de los jueces para volver a poner a ponerse en marcha.

En plena tempestad mediática, y aunque oficialmente la derecha no perfila ningún plan B para sustituir al candidato, ya han comenzado a aflorar maniobras que apuntan a lo contrario.

Tres de sus barones, los exministros François Baroin, Laurent Wauquiez y Xavier Bertrand, han reservado dominios en internet que podrían servir para una campaña presidencial.

De forma abierta, el diputado Philippe Gosselin pidió al ex primer ministro Alain Juppé, que se midió a Fillon en la segunda vuelta de las primarias, que reflexione sobre la posibilidad de tomar el relevo, aunque este último no se muestra interesado.

Esta crisis política transcurre paralela al avance del trabajo de los investigadores, que han interrogado ya al matrimonio y este miércoles citaron al diputado Marc Joulaud, para el que Penelope estuvo contratada como asistenta cuando Fillon le cedió su circunscripción.

La prensa ha filtrado que la esposa no disponía de pase de acceso a la Asamblea ni tampoco de correo electrónico propio, y que ella misma confesó a los policías que trabajaba desde casa.

A la espera de hipotéticas consecuencias políticas, el escándalo ha penalizado ya a Fillon en los sondeos: Uno publicado hoy por el diario "Les Échos" anota una caída de entre 5 y 6 puntos en las intenciones de voto, hasta en torno al 20 %, y por vez primera le deja fuera de la segunda vuelta.

Se ha visto superado por el exministro de Economía de François Hollande Emmanuel Macron (22 %), que se mediría a la ultraderechista Marine Le Pen (26 %), la cual perdería en la segunda vuelta con solo el 35 % de los sufragios.

Está por ver, igualmente, adónde puede llegar lo que "Le Monde" califica como la siguiente "bomba de relojería" de Fillon, su consultora 2F Conseil, que le reportó más de 750.000 euros entre junio de 2012 y diciembre de 2015, y cuya opacidad en materia de contratos alimenta las dudas sobre un posible conflicto de intereses.