Lo que iba a ser la final soñada de la Copa Sudamericana de fútbol acabó en tragedia para el club brasileño Chapecoense, cuya expedición a la ciudad colombiana de Medellín dejó 71 muertos y seis heridos al accidentarse en una montaña el avión en que viajaban, y del que ya se han localizado las dos cajas negras.

El aparato, un Avro Regional Jet 85, fletado por la aerolínea boliviana Lamia y que llevaba 77 personas a bordo, "se declaró en emergencia" anoche a las 22.00 hora local (03.00 GMT del martes) "por fallas eléctricas" cuando se aproximaba al Aeropuerto Internacional José María Córdova de Medellín, en el noroeste de Colombia, sede del Atlético Nacional, el que este miércoles debía ser su rival.

Menos de dos horas después, la Aeronáutica Civil (Aerocivil) confirmaba el accidente sufrido por el avión en las faldas del Cerro Gordo, entre las localidades de La Unión y La Ceja, en el departamento de Antioquia, y a solo 17 kilómetros en línea recta de Rionegro, localidad donde está situado el aeropuerto de Medellín.

Junto con el análisis de las cajas negras, el testimonio de los 6 supervivientes -especialmente los 2 miembros de la tripulación- será fundamental para entender qué pudo pasar. Sin embargo, se empiezan ya a apuntar algunas posibilidades. La única hipótesis que parece descartada por las autoridades es que el mal tiempo esté detrás de la catástrofe.

Audio de lo que pasó entre el avión y la torre de control

En su primer comunicado emitido esta madrugada, el aeropuerto José María Córdova de Medellín informaba de "fallas eléctricas" que pueden haber causado una emergencia en la maniobra de aproximación.

Una de las causas que cobra más fuerza es que el aparato siniestrado se hubiese quedado sin combustible. Expertos aeronáuticas explican que la aeronave accidentada se destina a vuelos cortos, por lo que no se explican que en este caso realizace un trayecto de 4 horas para cubrir una distancia de 2.265 kilómetros, casi la misma distancia que tienen de autonomía máxima estos aparatos.

Las fuentes consultadas coinciden en recordar que hace unos veinte años aviones como estos fueron devueltos a su fabricante por la extinta compañía aérea SAM (Sociedad Aeronáutica de Medellín).

Por entonces, los directivos de SAM, que en 2010 se fusionó con Avianca, argumentaron que eran de bajo rendimiento, pues apenas llegaban a Aruba y Curazao, y no tenían capacidad de ir hasta Miami.

"Los protocolos de seguridad aeronáutica plantean que una aeronave debe tener suficiente combustible para llegar a su destino, pero también, para experimentar una espera eventual y, además, para ir a aeródromos alternos, en caso de presentarse una emergencia", declaró a Efe un directivo de la Aeronáutica Civil de Colombia.

Por otra parte, otras fuentes apuntan que a la misma hora que el avión siniestrado solicitaba 'prioridad' para aterrizar, otro aparato solitcitaba un aterizaje de emergencia en el aeropuerto de Rionegro.

Momento en el que el radar pierde el contacto con el avión siniestrado.

Se trataba de un avión Airbus 320 de la aerolínea Viva Colombia que procedía de Panamá y que logró aterrizar sin mayores incidencias.

Entretanto, el RJ85 de Lamia, que llegaba con el combustible justo, quedó incorporado en espera, un estado en el que la aeronave se mueve en un radio definido hasta recibir la orden de aterrizar o trasladarse a un aeródromo cercano.

Los especialistas que han iniciado hoy las investigaciones sugieren que el piloto del avión boliviano también debió informar de inmediato a la torre de control de su situación, un procedimiento que se conoce como "solicitar vectores", es decir, pedir la ruta más rápida para aterrizar en el aeropuerto de destino. No obstante, eso nunca ocurrió y el avión terminó precipitándose.

A la espera de la investigación oficial, el director general de la aerolínea Lamia, Gustavo Vargas, aseguró hoy a Efe en La Paz que el avión había pasado todas las revisiones y que el piloto y el copiloto "estaban certificados en Suiza" y habían superado "dentro del margen" los controles semestrales.

"La aeronave en funcionamiento había pasado todos los controles de la autoridad boliviana", aseveró el director de la compañía, quien alegó que cada vez que realizaron una reparación en la aeronave recibieron "el visto bueno" y no habían tenido "ni incidentes ni accidentes".

Las autoridades intentarán ahora recuperar el contenido de las cajas negras, fundamentales para tratar de descubrir lo que ocasionó el accidente, mientras que un equipo de alrededor de 45 expertos entre médicos forenses, patólogos, genetistas, radiólogos, odontólogos, antropólogos y asistentes trabajarán para identificar a las víctimas en dos o tres días, según el Instituto de Medicina Legal.

El de anoche es el peor accidente aéreo ocurrido en territorio colombiano en este siglo, pues el siniestro reciente más grave que ese fue el de un avión de American Airlines que costó la vida a 165 personas el 20 de diciembre de 1995 al chocar con el filo de una montaña cuando se disponía a aterrizar en Cali (suroeste).

Esta madrugada, todavía en medio de la oscuridad, socorristas rescataron a los primeros supervivientes del avión boliviano, lo que dio una luz de esperanza, pero al amanecer las autoridades ya daban por cerrado el trágico balance.

La delegación deportiva, compuesta por 22 jugadores del Chapecoense, 28 directivos, personal técnico e invitados y 22 periodistas de medios brasileños e internacionales, partió ayer de Sao Paulo con destino a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) donde abordaron el avión de Lamia, que llevaba una tripulación de nueve personas.

Seis de las 77 personas sobrevivieron:

Seis de las 77 personas sobrevivieron: los futbolistas Alan Ruschel, Jackson Follman, y Helio Neto; el periodista Rafael Valmorbida Henzel, y los tripulantes Ximena Suárez (azafata) y Erwin Tumiri (técnico), quienes fueron ingresados en distintos hospitales cercanos a Medellín, según el último parte de la Aerocivil.