El clérigo turco Fetulá Gulen, al que el Gobierno turco ha vinculado el golpe de Estado, ha condenado desde su autoexilio en Estados Unidos el intento de golpe de Estado en Turquía y ha rechazado "categóricamente" estar detrás de la rebelión militar, a pesar de las acusaciones vertidas en las últimas horas por el Gobierno.

"Condeno, en los términos más rotundos, el intento de golpe militar en Turquía. El Gobierno debería ganarse mediante un proceso de elecciones libres y justas, no por la fuerza", ha subrayado, en un comunicado en el que confía que la situación se resuelva "pacíficamente".

"Como alguien que ha sufrido bajo diferentes golpes miliares durante las últimas cinco décadas, es especialmente insultante ser acusado de tener algún vínculo con esta intentona. Niego categóricamente las acusaciones", ha remachado.

Gulen se convirtió en un enemigo político del presidente, Recep Tayyip Erdogan, despúes de que en 2013 se conocieran casos de corrupción, supuestamente destapados por simpatizantes del clérigo, en el círculo más íntimo del presidente.

Desde entonces, se han sucedido purgas de seguidores de Gulen, entre ellos trabajadores de medios de comunicación o jueces considerados afines al religioso, tales como el diario de gran tirada 'Zaman' o la cadena de televisión Samanyolu TV.

El Gobierno turco considera a Gulen el 'cerebro' del golpe militar de este viernes y desde hace años le acusaba de ser el máximo responsable de una "estructura paralela" dentro de las propias instituciones estatales con influencia en los tribunales, la Policía y otros organismos.

El movimiento de Gulen, un clérigo e intelectual de corte islámico moderado, defiende la democracia multipartido y desde la década de los 80 ha desarrollado una moderna red de escuelas y universidades, acaparando influencia entre amplios sectores de profesionales liberales.

Pese mostrarse contrario al secularismo, signo de identidad de la Turquía contemporánea, Gulen ha promovido desde su movimiento un diálogo interreligioso y cultural que le llevó a entrevistarse en 1998 con el papa Juan Pablo II y líderes judíos y ortodoxos.

Erdogan se apoyó en la influencia de Gulen para limitar el poder de los militares nacionalistas, responsables de la caída de cuatro gobiernos desde 1960. Sin embargo, el escándalo de corrupción resultó con la dimisión de tres ministros de Erdogan. El presidente respondió con una purga de jueces, policías y fiscales.

En distintos encuentros con el presidente estadounidense, Barack Obama, Erdogan ha reiterado la extradición de Gulen, que actualmente vive en Pensilvania, para que fuera juzgado en Turquía por supuestas conspiraciones contra Ankara.