El presidente estadounidense, Barack Obama, anunció hoy una reducción más moderada de las tropas desplegadas en Afganistán cuando abandone la Casa Blanca en enero, una nueva muestra de la dificultad de cerrar totalmente la guerra estadounidense más larga.

Obama explicó -flanqueado por el secretario de Defensa, Ashton Carter, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Joseph Dunford,- que el nivel de tropas en Afganistán pasará de los 9.800 militares actuales a 8.400 hacia el final de su mandato, en enero de 2017.

Esa última cifra es mucho más alta que los 5.500 soldados prometidos el pasado mes de octubre, cuando Obama abandonó definitivamente su esperanza de cerrar el conflicto afgano, una de sus grandes apuestas en política exterior y de seguridad.

El presidente recordó que tras el fin de la misión de combate en diciembre de 2014, ahora las fuerzas de EEUU "están enfocadas en dos misiones específicas: asistencia y entrenamiento de las fuerzas afganas y apoyo a operaciones antiterroristas contra los restos de Al Qaeda y otros grupos terroristas como el Estado Islámico (EI)".

Funcionarios del Gobierno de Obama aseguraron en una teleconferencia posterior que la "naturaleza" de la misión se mantendrá igual pese al cambio del número de fuerzas, con los estadounidenses llevando el grueso de las misiones antiterroristas de las fuerzas especiales.

La decisión de Obama, que parecía inevitable a la luz de la ofensiva Talibán, se da tras analizar las recomendaciones del general John Nicholson, jefe de la misión internacional en Afganistán, de la cúpula del Pentágono, los socios de la OTAN y el gobierno de Kabul.

Obama reconoció que los talibán siguen representando una "amenaza" y "han ganado territorio en algunos casos".

Pero "tras toda la sangre y fondos invertidos en Afganistán todos estos años, creo firmemente que debemos dar a nuestros socios afganos la oportunidad de tener éxito", afirmó.

Según el gobierno afgano, los talibán controlan varios distritos al sur del país y mantienen su presencia en un amplio número de áreas fuera de los núcleos urbanos más fortificados por las fuerzas de seguridad afganas.

Obama se ha tenido que resignar a no poder cerrar el capítulo de la guerra de Afganistán, que comenzó justo después de los atentados de septiembre de 2001 para acabar con la protección Talibán de Al Qaeda y Osama bin Laden, al que fuerzas especiales dieron muerte en 2011.

A su llegada al poder en 2009, Obama apostó fuerte por una resolución del conflicto afgano, para la que ordenó triplicar el número de fuerzas y situarlas alrededor de los 100.000 soldados en un intentó de acelerar el fin del conflicto.

Obama aseguró hoy que comparado con aquellas cifras, los alrededor de 10.000 soldados que permanecen en Afganistán en la actualidad son una prueba de los avances militares, políticos y sociales en el país.

Con el nuevo nivel de tropas -aseguró- su sucesor en la Casa Blanca tendrá unos "sólidos cimientos" para garantizar la estabilidad y seguridad en Afganistán.

El mandatario recordó que en el pasado año y medio, en el que la inteligencia estadounidense acabó con la vida en un bombardeo del líder Talibán, el mulá Mansur, han muerto 38 estadounidenses, por lo que ese país sigue siendo "un lugar peligroso".

Asimismo, Obama recomendó que tras su salida de la Casa Blanca, Estados Unidos siga apostando por consolidar al gobierno de Kabul y apoyar un proceso de paz con los Talibán, por el momento congelado.

"La única manera de cerrar este conflicto y conseguir una salida completa de las fuerza extranjeras es a través de un acuerdo político y de reconciliación entre el gobierno afgano y los Talibán", aseguró.

El anuncio de hoy se da antes de que Obama viaje mañana a Polonia para participar en la cumbre de la Alianza Atlántica (OTAN), cuyos socios se han comprometido a seguir destinando fondos para la misión de seguridad afgana hasta 2020.