La Iglesia católica ha beatificado este sábado a Álvaro del Portillo, prelado del Opus Dei, en una ceremonia multitudinaria a la que han asistido más de 200.000 personas de 80 países, según la organización, y una amplia representación eclesiástica con 1.200 sacerdotes, más de 150 obispos y 17 cardenales.

La ceremonia de beatificación ha comenzado a las 12 de la mañana con una lectura de las palabras del papa Francisco, que ha animado a los fieles a "no tener miedo de ir a contracorriente" y encontrar "el camino de la santidad en la sencillez y cotidianidad de la vida", como hizo del Portillo.

"Hay que salir de nuestros egoísmos y comodidades e ir al encuentro de nuestros hermanos", ha subrayado el pontífice, quien ha pedido a los fieles que no se queden la fe para sí mismos, "es un don que hemos recibido para donarlo y compartirlo con los demás".

El encargado de oficiar la ceremonia ha sido el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, que ha subrayado que la Iglesia y el mundo necesitan "santidad" para contrarrestar "la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción".

"La Iglesia y el mundo necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, las miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción", ha subrayado Amato.

El punto álgido de la ceremonia ha sido la lectura de la declaración de beato por parte del delegado del papa, quien ha pronunciado la fórmula de beatificación en latín y ha señalado que la festividad del nuevo beato será el 12 de mayo, día de su Primera Comunión.

Tras esta lectura, se ha descubierto una serigrafía de Álvaro del Portillo de 4 por 6 metros que ha adornado el altar donde, además de Amato, han celebrado la ceremonia el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid, y el prelado del Opus Dei, Javier Etxebarría.

Finalizada la declaración de Amato, la familia de José Ignacio Ureta, el niño curado por intercesión del nuevo beato, ha sido la encargada de portar hasta el altar un pequeño relicario que contiene la sangre de Álvaro del Portillo.

El milagro acreditado consiste en la recuperación de este niño, que a los pocos días de nacer sufrió un paro cardiaco de mas de media hora y una hemorragia masiva.

Con esta ceremonia termina la causa de beatificación del sacerdote español que se abrió en marzo de 2004, diez años después de su muerte, después de que más de 200 obispos y cardenales solicitaran que se abriera este proceso.

Rouco ha destacado la bondad, la serenidad y el buen humor del beato, que cursó en Madrid la carrera de ingeniero de caminos y fue evangelizador de los más pobres en las chabolas de una ciudad en proceso de expansión urbana y demográfica en el que se reflejaban los graves problemas sociales, humanos y religiosos de una época -la primera mitad del siglo XX-.

También en Madrid y en los "convulsos" años de la Guerra Civil -ha relatado-, tuvo ocasión de dar testimonio de su amor y fidelidad a Cristo, tanto en una "difícil y arriesgada labor de catequesis" como en los meses que pasó encarcelado, ha añadido.

Echevarría ha señalado que la trayectoria de Del Portillo muestra que el "cumplimiento cabal de los propios deberes marca el camino" de la santificación personal, "la senda que conduce a la plena unión con Dios, a la que todos debemos aspirar".

La organización del evento ha informado de que más de 200.000 personas se han acercado hasta el barrio madrileño de Valdebebas para asistir a esta celebración a la que han acudido los ministros de Economía, Luis de Guindos, y del Interior, Jorge Fernández Díaz.

Han asistido, además, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce; la presidenta de Navarra, Yolanda Barcina, y el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, entre otros.