España, junto al resto de las Naciones Unidas, conmemora este jueves el fin del Holocausto como viene haciendo desde 2005 cuando la Asamblea General de la ONU eligió el 27 de enero como el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.

Rhoda Henelde, judía polaca que nació en el gueto de Varsovia no estuvo en un campo de concentración pero sí vivió durante cuatro años en un campo de desplazados en Alemania al finalizar la II Guerra Mundial.

Por suerte, según relata en una entrevista a Europa Press, sus padres la sacaron de bebé del gueto de Varsovia, momento en que su padre fue a parar al Ejército Rojo mientras que su madre y ella fueron deportadas a una comuna urbana en Siberia donde pasaron tres años "duros" por el frío y el hambre. Desde allí las llevaron en un tren a Ucrania, donde estuvieron otros dos años.

Henelde relata que una vez terminada la Guerra, los rusos repatriaron a todos los judíos polacos, les metieron en trenes de ganado y les condujeron a Polonia. La alegría entonces era manifiesta pero la persecución aún no se había acabado, de forma que cuando llegaron a su tierra los jóvenes polacos que rechazaban el regreso de los judíos les apedreaban. "No podíamos salir de casa, estábamos pasando hambre", agrega.

De hecho, Henelde recuerda con tristeza las matanzas de supervivientes que se produjeron en Polonia, y en las que "sólo sobrevivió un diez por ciento". "Lo vivimos en carne propia", explica. En cualquier caso, consiguieron salir gracias a la Brigada de Judíos que Churchill permitió que se formara para ayudar a los supervivientes.

"Estábamos encerrados en una casa medio derruida, cuando una noche llamaron los brigadistas a todos los pisos y nos dijeron que nos iban a llevar a un sitio seguro. Desde allí, nos concentraron en un gran edificio y organizaron la huida de Polonia", destaca.

"Filas y filas de camiones"

Los niños, entre ellos, Rhoda Henelde, y sus padres fueron separados y trasladados durante meses por diferentes países. Pasó meses junto a otros niños durmiendo en sótanos llenos de ratas en la que ha calificado como la "mayor" ola migratoria de judíos huyendo de la Europa del Este.

Henelde, que por entonces contaba con sólo siete años, recuerda que eran indocumentados y que los cruces de frontera tenían que ser "clandestinos". "Checoslovaquia fue el único país donde entramos legalmente en filas y filas de camiones y nos alojaron en un lugar provisto de literas", puntualiza.

Tras el largo camino separadas, Henelde y su madre acabaron en Alemania, en distintos Campos de Desplazados. La madre de Henelde fue a parar al campo de Ulm, pero no así su pequeña y no iba a renunciar a su hija después de haber sobrevivido a la Guerra. Ante esta situación, logró viajar a Munich donde estaba el Comité Conjunto de Distribución (Joint) y la Agencia Judía a fin de conseguir direcciones de Campos de Desplazados donde habían llegado camiones con niños.

"Un día, los niños estábamos en una fila de dos en dos para comer y oí a alguien llamarme. Era mi madre que me había encontrado", cuenta Henelde. Después, juntas regresaron a Ulm donde permanecieron durante los cuatro años siguientes.

Henelde recuerda el campo como "terrible", con alambradas electrificadas y teniendo que vivir junto colaboradores de los nazis que no querían volver a sus países "por temor a que les castigaran", una convivencia que provocó muchos incidentes antisemitas. "Las noticias de esta situación llegaron al presidente Truman y éste mandó a un representante. Su informe sirvió para que se realizara el cambio a campos autónomos en la zona americana, pero no en la británica", relata.

Entretanto, la madre de Henelde contrajo matrimonio, al igual que otros muchos judíos "que habían perdido todo" y que vivían "con miedo" y, puesto que los Estados Unidos (EEUU) acogían a algunos judíos "a cuentagotas" cuando estos tenían familia y podían garantizarles un trabajo, su padrastro localizó a unos parientes que vivían allí y a donde pudieron viajar en el año 1950.

Para Henelde, es necesario que "todos" aprendan la lección del Holocausto. "Todos, no sólo los perpretadores, también sus descendientes y los que lo permitieron", concluye.

El estado de israel, "un acto de justicia"

Rhoda Henelde ha asegurado que el Estado de Israel no se creó por compasión hacia el pueblo judío sino que fue "un acto de justicia". De hecho, Henelde ha afirmado que durante los cuatro años que estuvo en el campo --en la Alemania Occidental-- el centro de su vida, y de la de todos los que allí se encontraban, era "la lucha por conseguir un país propio".

"No querían acogernos", apunta Henelde al tiempo que remarca que les dejaron "pudrirse" en esos campos al término de la guerra. Por ello, subraya que la votación de la ONU --que escuchó por radio y que recuerda como "muy emotiva"-- para la creación de Israel significó para ellos que "por fin se había hecho justicia al pueblo judío después de haber pagado un precio tan alto".

Según cuenta, los judíos que fueron a parar a los campos de refugiados tampoco querían ir a ninguna otra parte de acogida, "aunque fuera el paraíso" porque hubiera sido para ellos como hacer "borrón y cuenta nueva, como si las víctimas hubieran muerto en balde". Así, cada vez que llegaba una delegación de la ONU, su único mensaje era que necesitaban tener un país propio.