La cumbre celebrada este fin de semana por la OTAN en Lisboa puso en evidencia los cambios en la estrategia de la Alianza de los últimos años, en un "viaje" desde Kosovo a Afganistán y que incluye el acercamiento a Rusia.

La definición de un nuevo "concepto estratégico" para el siglo XXI, adoptado por la OTAN en esta reunión, sustituyó al acordado hace sólo once años, dos épocas distintas que presentan relevantes diferencias, pero también algunas similitudes.

En la cita de abril de 1999, cuando se conmemoraba su 50 aniversario en Washington y con 19 miembros en su seno -ahora son 28-, un conflicto bélico centraba la atención de la Alianza, la guerra de Kosovo, en el que fue el primer ataque militar de su historia.

Una importancia semejante a la que ha tenido ahora en Lisboa el conflicto en Afganistán, y más concretamente, la progresiva retirada de las tropas internacionales, que acordó llevarse a cabo de forma gradual entre 2011 y 2014 y que supondrá la devolución de las competencias en materia de seguridad a manos afganas.

En la evolución de estos dos procesos uno de los momentos de mayor dificultad se ha producido con la decisión de abandonar el país y en el caso de Kosovo todavía se mantienen más de 8.000 soldados pertenecientes a la Alianza.

Otra de las cuestiones a debate hace once años era el acercamiento de posturas entre la OTAN y Rusia, tradicionalmente enemigos.

La Alianza nunca ha negado que nació para contrarrestar la influencia soviética y que la relación, tras la caída del muro de Berlín, en 1989, necesitaba una revisión de calado.

Esta profundización en la cooperación entre los países aliados y Rusia se tradujo hoy en una cumbre bilateral, a la que también asistió su presidente, Dmitri Medvedev, un encuentro que hace no muchos años habría sido inimaginable.

La reunión OTAN-Rusia concluyó hoy con la firma de varios compromisos, entre ellos el de colaborar en la construcción de un escudo antimisiles, asunto que tradicionalmente había enfrentado a los dos bloques y que está encima de la mesa desde hace casi ya dos décadas.

En 1999 se debatía también la opción de no acotar geográficamente las actuaciones de la Alianza a las fronteras territoriales de sus miembros, lo cual encontró una enconada resistencia de varios países europeos, reticentes a convertir la OTAN en una especie de "gendarme global".

Esa resistencia se reflejó en el documento de conclusiones de la cumbre de Washintgon, que introdujo como novedad principal la posibilidad de intervenir militarmente en el Cáucaso y Asia Central únicamente.

Pero el impacto de la globalización y nuevos fenómenos como la expansión del terrorismo y especialmente desde los atentados del 11-S de 2001, parecen haber acabado con esas dudas.

De esta manera, la OTAN, ha decidido finalmente, durante esta cumbre de Lisboa, recoger la posibilidad de intervenir en cualquier parte del mundo si algunos de sus miembros se ve amenazado.

Los aliados también han modificado en Portugal de forma significativa las prioridades de la OTAN respecto a sus principios de 1999, cuando temas como el terrorismo o el tráfico de drogas no aparecían entre sus objetivos y se prefería dejarlos en manos de otras instancias internacionales.

Entre los puntos tratados durante esta cumbre de Lisboa, que hace 11 años también eran difíciles de imaginar, están los "ciberataques" realizados a través de Internet que pueden poner en riesgo desde el control de instalaciones nucleares hasta servicios básicos para la población como la electricidad.

La cumbre de Lisboa ha supuesto, en definitiva, la reformulación de los objetivos de la Alianza, decidida a afrontar los retos actuales para la seguridad de sus miembros.

Las nuevas amenazas de la era de la globalización han llevado así a la organización atlántica a proclamar su plena vigencia 61 años después de haber surgido en un mundo muy diferente.