La investigación pública británica sobre la guerra de Irak (2003) empezó ayer con la intervención de su responsable, John Chilcot, que prometió un análisis "a fondo, justo y riguroso" del conflicto para no repetir errores.

La esperada pesquisa, en la que no se juzga a nadie, tiene como objetivo sacar a la luz las circunstancias del conflicto desde el verano de 2001 a julio de 2009, por lo que serán entrevistados testigos clave, entre ellos el ex primer ministro Tony Blair.

Antes de su introducción, Chilcot, ex subsecretario permanente del Ministerio para Irlanda del Norte, pidió un minuto de silencio en recuerdo de los caídos en la guerra de Irak, mientras fuera miembros de la Coalición Parad la Guerra se manifestaban portando máscaras de Blair y dinero manchado de rojo como si fuera sangre.

Chilcot preside un comité que examinará la preparación de la invasión, la información de inteligencia utilizada para su justificación, el propio conflicto y la posguerra hasta este año.

Destacó que el comité es "independiente", no responde a "ningún partido político" británico y su principal objetivo es evaluar las pruebas que se presenten, a través de la declaración de testigos y el estudio de documentos gubernamentales y secretos. "Nadie está sometido a juicio. No podemos establecer culpabilidad o inocencia. Sólo un tribunal puede hacerlo. Pero, una vez que lleguemos al informe final, me comprometo a no evitar las críticas", puntualizó.

Chilcot explicó que la primera fase de la investigación concluirá el próximo mes de febrero, cuando pasará a celebrarse a puerta cerrada a fin de analizar el material escrito. Está previsto que Blair preste declaración en enero de 2010, mientras que las conclusiones se conocerán a finales de ese año. Entre los primeros en prestar ayer declaración estaba Peter Ricketts, ex presidente del Comité Conjunto de Inteligencia en 2001, quien explicó que, ese año, algunos sectores del nuevo Gobierno del ex presidente de EE UU George W. Bush ya hablaban de un posible "cambio de régimen" en Irak. Citó el caso de un artículo de la entonces asesora de Seguridad Nacional Condoleezza Rice, en el que advertía de que "nada cambiará" en Irak hasta que Sadam Husein se marche del poder.