Los palestinos conmemoran el quinto aniversario de la muerte de Yaser Arafat en plena crisis de liderazgo tras la decisión de su sucesor, Mahmud Abas, de no concurrir a las elecciones que ha convocado para principios de año.

Aparte de Abás, no hay otro dirigente palestino que reúna la capacidad y voluntad necesarias para convertirse en interlocutor de los israelíes y seguir la senda marcada por Arafat con la meta de poner fin a seis décadas de conflicto armado en Oriente Medio.

Abas, de 74 años, no impidió en el congreso que figuras históricas de su propia generación -que es la misma que la de Arafat- como Ahmed Qurea, fueran apartadas de la dirección de un movimiento en el que durante décadas controlaron el aparato.

La postura de Hamás

Participe Hamás o no en las elecciones convocadas para el 24 de de enero -y por el momento es que no porque no reconoce legitimidad de Abas para llamar a las urnas-, un fortalecimiento del movimiento islamista dibujaría negros nubarrones en el horizonte.

Erekat precisó en un comunicado que ni la ANP ni la sociedad palestina tienen alternativa al liderazgo de Abás pero que en caso de que éste deje la presidencia con anterioridad a la cita electoral, "Israel tendrá que vérselas con Hamas".

La última vez que Israel lidió directamente con Hamas fue el pasado invierno en la franja de Gaza, donde en respuesta al lanzamiento de cohetes por los islamistas los ataques militares israelíes segaron la vida de 1.400 personas, en su mayoría civiles.

Movilización mundial

Con llamadas telefónicas a Abas para que cambiara de opinión horas antes de que el viernes hiciera su anuncio, el jefe de Estado egipcio, Hosni Mubarak, y el Rey Abdala II de Jordania fueron los primeros en movilizarse para evitar que se repita ese escenario.

Diplomacias europeas, entre ellas la española, han adelantado que prestarán también sus buenos oficios en el empeño, y sectores nacionalistas y laicos palestinos han comenzado a organizar manifestaciones populares para que Abás revierta su decisión.

A la ola de llamamientos se han sumado los líderes israelíes; el jefe de Estado, Simón Peres, que también telefoneó a Abas para que no arrojara la toalla, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu, que dejó saber que no ve otro posible interlocutor para la paz.

Resulta difícil de imaginar que el actual presidente palestino de marcha atrás sin un gesto israelí para el que sería imprescindible la presión de la administración norteamericana.

Solo así Abás podría justificar que se lo ha pensado dos veces y que hará lo posible por seguir con las riendas del pueblo palestino pese a que en su anuncio dijera que su decisión "no es negociable", algo que en política significa, en ocasiones, todo lo contrario.