Para el pastún Hamid Karzai, la declaración hoy como "presidente electo" de Afganistán tiene un sabor amargo tras un proceso electoral plagado de denuncias de fraude y momentos humillantes para el líder del orgulloso pueblo afgano.

Karzai tuvo que tragarse el orgullo el pasado 20 de octubre cuando aceptó la convocatoria de una segunda vuelta de las elecciones por fraude en la primera, bajo la atenta y aprobatoria mirada del senador estadounidense John Kerry y varios otros dignatarios internacionales.

Hoy, la Comisión Electoral lo ha proclamado presidente tras cancelar la segunda ronda, que debía haberse celebrado el próximo 7 de noviembre, por la retirada de su contendiente, el opositor tayiko Abdulá Abdulá, quien denunció que la maquinaria del fraude sigue intacta.

Denostado por muchos como "el alcalde de Kabul", por su limitado control más allá de la capital, Karzai ha liderado los destinos de Afganistán desde diciembre de 2001, poco después de la caída del régimen talibán.

Nacido el 24 de diciembre de 1957 en la provincia sureña de Kandahar, Karzai era el heredero del jefe de los "Popalzai", una de las tribus pastunes más importantes.

Su padre, ministro del rey Zahir Shah, lo envió primero a estudiar a Kabul y después a la India, donde se licenció en Ciencias Políticas.

Tenía 22 años cuando los soviéticos invadieron Afganistán y él se sumó a la lucha de los muyahidines desde el exilio en Pakistán, para regresar a Kabul en 1992 tras la caída del régimen comunista.

La guerra civil sumió al país en el caos y devolvió a Karzai al exilio, desde donde llegó a apoyar inicialmente a los talibanes creyendo, como muchos afganos y como confesó él mismo, que devolverían la estabilidad al país.

Tras la invasión de EEUU en octubre de 2001, Karzai regresó a su patria y fue nombrado en diciembre jefe de un Gobierno interino gracias al apoyo estadounidense.

En junio de 2002, fue declarado presidente interino por una Loya Jirga o asamblea de notables presidida por el rey Zahir, retornado del exilio en Roma.

Fuera de Afganistán, encandilaron su presencia, sus maneras elegantes y el toque refinado de la capa y el sombrero de astracán con los que comparece en público, tras años en que las imágenes procedentes del país eran de barbudos armados vestidos de negro y mujeres con burkas.

Karzai terminó ganándose también el respeto de su pueblo, que le ofreció la victoria como presidente en las elecciones celebradas en 2004, con un 55,4 por ciento de los votos.

El desembarco talibán

Pero, desde entonces, Afganistán ha sufrido un agravamiento de la seguridad, con los talibanes presentes en muchas de sus provincias y la población civil víctima tanto de sus ataques como de bombardeos de las tropas internacionales destacadas en el país.

Un impotente Karzai se ha desgañitado pidiendo a las fuerzas extranjeras que extremen la prudencia y eviten las bajas civiles e intentado, sin éxito, atraerse a los talibanes más moderados a infructuosos y "secretos" intentos de negociación.

Sus críticos le reprochan la corrupción rampante en un país que recibe ayudas millonarias y sigue siendo de los más pobres del mundo (12 de sus 30 millones de habitantes viven por debajo de la línea de pobreza, según datos oficiales) y sus alianzas políticas con cabecillas ex muyahidines como el uzbeko Rashid Dostum.

Aunque gozó del favor de la Administración de George W. Bush, la que encabeza Barack Obama desde enero de este año ha sido más cauta y mucho más crítica a la hora de ofrecerle apoyo.

El pasado 20 de agosto, Karzai fue a las urnas proponiéndose como "padre de la nación" incorporando a su candidatura como vicepresidente al tayiko ex ministro de Defensa Mohammed Fahim y con el apoyo de última hora del uzbeko Dostum.

Pese a la sucesión de denuncias de fraude en esa convocatoria, Karzai defendió el buen obrar de la Comisión Electoral declarando que, de haberlo, el fraude había sido "limitado".

Tras otorgarle en un primer momento el 54,6 por ciento de los votos, las presiones internacionales -EEUU condicionó el envío de más tropas a Afganistán a que hubiera un Gobierno legítimo- forzaron a la Comisión a invalidar cientos de miles de papeletas falsas y reducir la victoria de Karzai al 49,67 por ciento.

Ahora, ese mismo porcentaje lo ha convertido en el "presidente electo" del país.