En lo que respecta al dinero, a la mayoría de la gente la educan haciendo un especial hincapié en el ahorro. Ser precavido y previsor será lo que ayude al joven adulto a conseguir un poco antes su independencia económica, o ese pequeño capital que le permita acceder a un crédito para comprarse el ansiado primer coche o iniciar una singladura en los negocios como autónomo; de ahí la importancia de enseñárselo desde pequeños. La cultura de lo ´low-cost´, que en este mundo neocapitalista está tan en boga, incide directamente en la idea positiva con respecto al ahorro: ya no mola más el que más gasta, sino el que consigue acceder al servicio que estaba buscando al precio más competitivo posible.

Y sin embargo, pese a la cultura ahorradora dominante, los hay que teniendo una base de ingresos relativamente cómoda encuentran serias dificultades para salvar una parte del sueldo de la vorágine del consumo. Sin duda, el humano se crea sus propias necesidades y a veces es dificultoso discernir qué es lo fundamental de lo que es accesorio y prescindible. Pequeños gastos, o ´gastos hormiga´ como han venido a ser etiquetados, que alejan a las personas de una tranquilidad económica que podría ser mayor y que son fácilmente evitables.

Los tres siguientes son los gastos hormiga más comunes, que deberían evitarse para conseguir ahorrar en mayor cantidad:

1. Comer fuera

Comer fuera de casa, sí. Pero ¿por sistema? No. Nadie quiere perderse las reuniones familiares o amistosas, y no hace falta prescindir de ellas si no se quiere. Pero los días de trabajo, o de excursión a la playa, por ejemplo, preparar la comida en casa antes de partir supone un grandísimo ahorro, mayor del que podría pensarse.

2. Transporte

El mal tiempo unas veces, el ir justo de tiempo en otras, o la comodidad de viajar por cuenta propia en el grueso de las ocasiones, hacen que se recurra al coche más de lo que se debiera. Aparte del impacto ambiental, que también es importante, el uso abusivo del transporte particular genera un gran gasto en las cuentas del hogar. El alto precio del combustible, sumado a los costes de mantenimiento, los impuestos de circulación, la tasa del seguro y los parquímetros, convierten al coche en un sumidero por el que se va el dinero continuamente. Si además el uso que se la da al coche es mayoritariamente urbano, con stops, semáforos y pasos peatonales que interrumpen la marcha constantemente, el consumo aumenta. La solución: tirar más de transporte público y recuperar la bicicleta como medio de transporte ecológico, económico y saludable.

También es buena idea, si se presta la ocasión, hacer un grupo de coche compartido con los compañeros de trabajo que vivan en la misma zona de la ciudad. Una semana saca el coche no, otra semana el otro. Todos ahorrarán dinero y se harán más ameno el viaje mañanero a trabajar.

3. Pequeños gastos y compras impulsivas

Un café en el bar por la mañana para espabilar; una revista antes de subir al bus para entretenerse en el viaje; aquella camiseta tan chula que no necesitabas, pero que no te resististe a comprar cuando la viste en el escaparate porque estaba muy bien de precio; un refresco después porque hacía mucho calor -aunque unos metros más allá estaba la fuente con un agua fresquísima y más sana-; la taza con forma de personaje de película que está tan de moda y has encontrado en internet, aunque no entran más en el estante de la cocina.

Son unos tontos ejemplos para ilustrar la cantidad de gastos en minucias que día tras días se van acumulando en el libro de gastos evitables. Individualmente, suponen uno, dos, tres euros, unos pocos céntimos a veces; pero sumándolos todos, la cuenta crece.

Un ejercicio práctico que puede venir bien para concienciarse de lo abultado que puede llegar a ser la cuenta de ´gastos en chorraditas´, es empezar a tomar nota de todos los gastos de este tipo que se hagan a lo largo del día en un cuaderno. Es muy probable que caigas en la cuenta de que, recortando estas compras, guardarás un dinero que te vendrá bien para otros menesteres.

La facilidad de comprar por internet no ha hecho más que aumentar las dificultades de aquellos de ´gatillo rápido´ a la hora de llevarse la mano a la cartera. Fuerza de voluntad, la mente fría, controlar el impulso y plantearse si realmente no se puede uno privar del gasto que está a punto de cometer, son claves para gastar tanto.