El desempeño de nuestra habilidad profesional necesita, además de las propias capacidades laborales, la convivencia con el resto del equipo si trabajamos en un grupo de trabajo. Aparte de la relación con los compañeros, es básico el correcto tratamiento con el jefe. Algo que no siempre es fácil, pero que puede ser determinante para el éxito. Partiendo de la base de que existen distintos tipos de jefes y de que el modo de enfrentarse a un problema no siempre es igual en todos los empleados, existen pautas que ayudan a manejarnos con los superiores:

Identificar cómo es la relación

El primer paso es averiguar cuáles las características básicas de la relación que se mantiene entre jefe y empleado. A través de la observación y del diálogo, se conoce no sólo cómo ve el superior al trabajador y viceversa, sino que pueden esperar de ambos. ¿El trato es distante o cercano? ¿Incluye alguna pregunta no estrictamente relacionada con el trabajo?

Conocer las características del jefe

El comportamiento negativo de un jefe se puede manifestar a través de diversas conductas. No dialogar con los empleados, no ejercer un liderazgo responsable, controlar en exceso todas las actividades? Incluso, en casos extremos, pueden llegar al menosprecio.

No obstante, al igual que en el resto de órdenes de la vida, la tipología de cada persona es variable. Ningún jefe responde con exactitud a un único perfil de liderazgo, ya que su estilo se mezcla con los rasgos de otros, lo que dificulta generalizar sobre su conducta. Muchos superiores asumen su rol sabiendo que deben desenvolverse en ambientes complejos y propiciando contextos laborales flexibles y basados en la comprensión mutua.

Análisis previo de la propia conducta

Antes de colocarse en la postura de víctima en la relación jefe-empleado, el trabajador debe evaluar si su desempeño está a la altura de lo que acordó con su superior cuando comenzó a trabajar y si se están cumpliendo los objetivos pactados. En ese sentido, puede ser útil mantener una conversación con el superior para conocer cómo juzga nuestro trabajo. Esa conversación ayudará a enterrar equívocos y malentendidos y puede abrir una nueva época en la relación entre ambos.Exigir con diplomacia y defender nuestro trabajo

A la hora de formular nuestras peticiones, la maniobra más eficaz para un empleado es la de no transmitir únicamente una demanda sobre nuestras condiciones, sino proponer algún ofrecimiento. Por ejemplo, dar una nueva propuesta de negocio, razonándola y explicando los beneficios que puede traer a la empresa. Asimismo, siempre es beneficioso defender con argumentos la trayectoria profesional en la empresa, reivindicando nuestra labor.

No tomar las críticas como un asunto personal

Los jefes también tienen sus propios jefes, una coordenada que tiene influencia en toda la cadena de relaciones profesionales. Es importante saber, que en muchas ocasiones, las críticas generales de un jefe no tienen un destinatario concreto, sino que son comentarios, formulados con mejor o peor acierto, que tratan de mejorar el devenir profesional de todas las partes.