José Ballesta, alcalde de Murcia, aprovechó el Día del Caballo para anunciar la recuperación para 2016 de una «renovada e innovadora Feria del Ganado», origen medieval de las fiestas de septiembre y que, hasta la presente edición, se había celebrando ininterrumpidamente durante veinte años.

El regidor se dejó llevar por el evento ecuestre, que se celebró ayer -pese a que inicialmente estaba programado para el domingo 6- por las fuertes lluvias que azotaron la ciudad durante la primera semana de Feria. Esta vez, la climatología respetó a los amantes del caballo que, ya fueran a lomos de un corcel, sentados sobre un coche tirado por equinos o desde una terraza de Alfonso X, disfrutaron con los paseos de decenas de carruajes y monturas para todos los gustos.

El rintintín de los cascabeles, el craqueteo de las herraduras y el relinchar de los caballos pusieron banda sonora a una mañana que para muchos de sus participantes «es el día más esperado del año». Los corceles lucían brillantes, con crines recién cepilladas, trenzadas o recogidas; sus dueños, aprovecharon para pasear sus mejores trajes de corto e, incluso, se coló alguna sevillana y hasta vestidos de época.

No obstante, ni el coche más ostentoso ni el corcel más elegante pudieron hacer sombra al más peculiar de los jinetes: un cowboy montado a lomos de un tremendo búfalo que despertó la curiosidad de los asistentes, reverenciando y saludando a niños y mayores en un alarde de doma sin precedentes.

La exhibición, íntegramente desarrollada en torno a la avenida del rey sabio, finalizó con la entrega del XVI Caballo de Oro a Ángel Poto, veterinario del IMIDA; un galardón que, según anunció la organización, recaerá el próximo año en Eusebio Nicolás, gerente del restaurante Gambrinus de Cobatillas.