Fue coger la alineación del Real Murcia o verla por Twitter, que ahora está más de moda, para que más de uno se echase a temblar. No por los ´enanos´ que vienen acompañando a los granas en las últimas jornadas, sino por el recuerdo de fantasmas que muchos ya veían como algo muy lejano. Cinco defensas y un esquema poco entendible ponían en el centro de la diana a un Gustavo Siviero que conforme pasan las jornadas, que cuanto más se complican las cosas, tanto deportiva como extradeportivamente, menos ideas y recursos parece tener.

Ayer, en El Toralín, un campo con olor a ascenso murcianista, el preparador argentino tuvo la brillante idea de querer acabar con la mala racha alineando a cinco defensas. Óscar Sánchez, ese jugador que entrene quién entrene parece que siempre debe de jugar, ya sea de lateral, de central o de extremo, aparecía junto a Mauro, Jorge, Tagliafico y Molinero. El objetivo era dar libertad a los laterales, pero Siviero traicionó sus ideas, su receta, y el plato, además de salado, salió quemado.

El equilibrio fue la nota predominante del partido. El Murcia ganaba seguridad atrás, pero sigue sin tener magia, sin llegar al área y sin crear ocasiones, y así es imposible meter miedo. Dentro de la escasez de ocasiones, las mejores fueron para los locales, que rozaron el gol en una jugada personal de Máyor, que intentó un pase de la muerte y envió el balón a los pies del defensa Jorge y, de rebote, al palo.

Los granas, sin creatividad en el centro del campo, bastante tenían con intentarlo a base de patadones, rezando para que Kike tuviese su día bueno. Un disparo desde la frontal del área de Molinero que se marchó desviado fue el único intento murcianista en los primeros cuarenta y cinco minutos.

No cambiaron las cosas en la reanudación. En el banquillo grana parecían dar saltos de alegría con el empate a cero, especialmente los delanteros -Chando y Saúl-, mientras que la Ponferradina cada vez veía más claro que su racha de cinco victorias consecutivas podría ser ampliada. Iván Moreno no supo aprovechar un mano a mano en el que Javi Jiménez resolvió notablemente y posteriormente Nano estrelló un balón en el palo.

El Murcia no perdía los nervios, intentaba mantener el orden, esperanzado de que sus buenas segundas partes podrían ser decisivas en El Toralín. Poco a poco, los murcianistas empezaron a dar sensación de peligro. Jorge no acertaba a cabecear a la red un lanzamiento de falta y Molinero disparó fuera cuando estaba solo tras un despiste defensivo.

Siviero tenía una idea. Sacaba a Saúl al terreno de juego para apoyar a un solitario Kike. Pero la alegría duró poco. El técnico estaba un poco miedoso, sería por lo del fin del mundo, y ocho minutos después sorprendía a todos dando entrada a Acciari. Y, mientras tanto, el marcador seguía con empate a cero en el marcador.

Daba la sensación de que el que marcase se llevaría el gato al agua. No habría tiempo para reacciones. O un gol o empate a cero. Sólo habían dos opciones. El Murcia perdió esas buenas sensaciones de los primeros minutos de la segunda parte y Urko Vera aprovechaba un centro al área de Iván Moreno y una mala salida de Javi Jiménez para hundir al Real Murcia y dejar muy tocados tanto a jugadores, que hasta el momento no han asumido la responsabilidad que acompaña sus sueldos, como a Siviero. Esperemos que unos trozos de turrón y doce uvas hagan recuperar la sensatez a unos y otros.