La iluminación representa la parte variable de nuestra factura eléctrica. La oferta actual del mercado nos permite ir reemplazando la iluminación de nuestros hogares y empresas por bombillas LED de alta eficiencia energética. Las bombillas LED consiguen ahorros de hasta el 80%. Por otro lado, la vida útil de las bombillas LED es hasta 10 veces mayor. También disfrutaremos de un rendimiento lumínico óptimo hasta el final de su vida útil sin prácticamente decaimiento lumínico. Otra ventaja añadida de la utilización de bombillas LED es que no producen practicamente calor a diferencia de las bombillas halógenas o incandescentes. Esto permite ahorrar también en el consumo de los dispositivos de aire acondicionado, reduciendo las emisiones de CO2 expulsadas a la atmósfera.

Además de ajustar nuestro sistema de iluminación en la medida de nuestras posibilidades otros consejos, muchos de ellos sencillos, que son de gran utilidad: aprovechar la iluminación natural, utilizar colores claros en paredes y techos para aprovechar mejor la iluminación natural y reducir la artificial, no dejar luces encendidas en habitaciones que no estés utilizando, mantener limpias las lámparas y las tulipas y, en la medida de lo posible, adaptar la iluminación a tus necesidades y usar iluminación localizada con la que ahorras y consigues ambientes más confortables.

Bombillas

Los cambios en los sistemas de iluminación han sido más que importantes en los últimos años, surgiendo nuevas alternativas a la bombilla clásica, que también han visto abaratar su precio. Aún así, el cambio de todos los puntos de luz puede ser caro, por lo que es conveniente hacerlo poco a poco y teniendo en cuenta las características de la zona que queremos iluminar:

Incandescentes

Son las que hemos usado siempre. Debido en parte a su composición (contienen mercurio ni tungsteno) su retirada progresiva del mercado comenzó en 2009, dando paso a otras tecnologías capaces de conseguir la misma eficacia luminosa con un menor consumo. Sólo el cinco por ciento de la energía que consume se dedica a la luz y el 95 por ciento produce calor. Aun siendo ‘baratas’, su consumo es importante y su duración muy breve.

Halógenos

Se la conoce como lámpara halógena de tungsteno y halógena de cuarzo. Son los conocidos ‘focos’ que tenemos en muchas ocasiones en pasillos o salones. Las bombillas halógenas dan una luz muy natural de encendido instantáneo. Los denominados halógenos ‘eco’ emiten calor y su vida útil es de unas 2.000 horas. Consumen un 30% menos que las incandescentes. Por ello, en términos de eficiencia, su sustituto ideal son las bombillas LED.

Tubos fluorescentes

Tienen similar funcionamiento que las fluocompactas pero difieren en la forma y el casquillo. Este tipo de luminaria abarca grandes espacios que tienen que ser iluminados con un menor consumo como, por ejemplo, en cocinas, garajes, oficinas... Consumen un 80% menos que las bombillas incandescentes, pero tardan tiempo en encenderse. Las combinaciones son cada vez mayores y los tamaños también inferiores.

De bajo consumo

Usan la misma tecnología de los tubos fluorescentes, por lo que sus ventajas e inconvenientes son los mismos. Sufren con el número de encendidos, por lo que no son recomendables para habitaciones donde la luz se encienda o se apague con frecuencia. Son más caras pero eficientes. Eso sí, no todas son iguales, hay modelos económicos de menor duración, a la hora de comprar, analicemos muy bien las posibilidades.

LED

El precio del diodo emisor de luz, más conocido como LED, es alto aunque se va reduciendo, prácticamente no desprenden calor y ahorran mucho, siendo ideales en primer lugar como sustitutos de halógenos o lugares donde encendemos y apagamos frecuentemente la luz. Su duración es muy larga (más de 15 años, si la encendemos unas 8 horas al día) lo que junto a su escaso consumo nos permite amortizar la inversión de su compra.