Las elecciones municipales del pasado domingo han dejado en la Región un panorama en las grandes ciudades con prácticamente ninguna mayoría absoluta. Eso supone que la lista más votada deberá gobernar en minoría, o al menos intentarlo, a no ser que los partidos emergentes y otros del bipartidismo puedan presentar un candidato alternativo. Sin mayoría absoluta, la ley permite a los alcaldables más votados formar gobierno y gobernar. Y con una sola y única votación (los ayuntamientos no son como los parlamentos regionales, donde debe haber una mayoría absoluta para constituirse). Así lo recoge la Ley Orgánica Electoral General que, en su artículo 196, estipula que la lista más votada puede hacerse con la alcaldía aunque sea en minoría. La letra y el espíritu de la norma están muy bien. Pero, cómo puede un alcalde sobrevivir cuatro años sin gozar de mayoría absoluta. Las fuentes consultadas por esta Redacción indican que lo ideal es que se llegue a pactos que garanticen la gobernabilidad y la ausencia de conflictos. Sin embargo, si esto no se produce la ley de Régimen Local estipula ciertas garantías para que los ayuntamientos puedan seguir funcionando en su día a día, sin verse afectados por esa crispación política.

Así, un alcalde que esté en minoría solo necesita el apoyo de otro grupo que le dé mayoría en una votación de pleno cuando se trate de aprobar lo siguiente: organismos autónomos; cambiar los límites del territorio, la bandera o los símbolos de la ciudad; decidir sobre la participación de la corporación en organismos supramunicipales o asumir o transferir competencias. También se debe hacer por mayoría absoluta la tramitación de los elementos de planeamiento.

La falta de una mayoría absoluta no impide, según la legislación actual, la aprobación del presupuesto municipal, uno de los proyectos más importantes de los ayuntamientos, o las ordenanzas fiscales. Ambas cosas pueden sacarse adelante con los votos del partido que haya sacado más sufragios, aunque esté en minoría.

Si un alcalde está en minoría y la oposición municipal se une para bloquearle la aprobación del presupuesto, uno de los proyectos más importantes de los ayuntamientos, la ley permite al alcalde plantear una cuestión de confianza a sus adversarios. Así, la oposición deberá aprobar el presupuesto o poner encima de la mesa un candidato a la alcaldía que sustituya al electo. El presupuesto también se puede prorrogar un año y posteriormente ser aprobado sólo en junta de gobierno.