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La visita de estricto contenido político de Albert Rivera terminó con varios minutos de retraso según lo previsto. Tras su paso por las instalaciones de la agroalimentaria Kernel, el candidato de Ciudadanos a la presidencia del Gobierno se enfrascó en una reunión con representantes del mundo de la agricultura en Los Alcázares que, a tenor de los hechos, fue más intensa que lo que su agenda tenía previsto. Así, el dirigente catalán se hizo de rogar ante las decenas de personas que le esperaban en La Glorieta de Murcia con globos, abanicos y camisetas de color naranja, encabezados todos ellos por los portavoces del partido en la Asamblea y el Consistorio: Miguel Sánchez y Mario Gómez, respectivamente.

Sin embargo, Rivera no desembarcó allí, sino en Santo Domingo. «Una comitiva de cuarenta personas por Trapería es poco operativa», argumentaba Sánchez cuando se le preguntaba por el recibimiento a su presidente en la capital, que finalmente corrió a cargo de Miguel Garaulet, quien llegó a Santo Domingo unos minutos antes que Rivera, tiempo suficiente para encontrarse con la consejera Adela Martínez-Cachá. Pero en el momento en que se abrieron las puertas de la furgoneta que llevó al barcelonés de Los Alcázares a Murcia, el resto de actores pasaron a un segundo plano. Rivera congregó a cámaras y vecinos en cuestión de segundos, pese a las horas „en torno a la una y media del mediodía„ y las altas temperaturas, superando los treinta grados. Aún así, el catalán se mostró sonriente y no rechazó selfies con quien se los propuso, y se interesó „con Garaulet haciendo las veces de guía„ por el trayecto que le tocó recorrer, deteniéndose en el Real Casino y La Catedral, ante la que no pudo evitar sacar su móvil para fotografiar.

Pero si hasta Belluga el paseo fue, más o menos, desahogado, su entrada a la plaza del Ayuntamiento por la Catedral aumentó la expectación en torno a su figura. Con un paseillo, Rivera fue saludando uno por uno a los afiliados hasta llegar a un stand que el partido había preparado para repartir abanicos y globos con los que dar color a la visita de Rivera. El dirigente saludó a varios voluntarios y al propio Mario Gómez, antes de ordenar una foto de familia con los allí presentes, algunos de los cuales incluso le ofrecieron una caña para atenuar el sofocante calor. Eran las dos de la tarde.

Pero Rivera no quiso irse de Murcia sin apuntarse a la moda del Periscope. El candidato de Ciudadanos retransmitió por su móvil un vídeo en directo narrando su jornada, mostrando a la masa social que le respaldaba y, esta vez sí, poniendo el acento sobre la particular climatología murciana: «A treinta y pico grados, aquí, sudando», bromeaba Rivera.

Pocos minutos antes de volver a montarse en la furgoneta, llegó su breve saludo con Miguel Sánchez y, entre gritos de ánimo, del clásico «¡Presidente! ¡Presidente!», y alguna alusión al debate a cuatro con el resto de candidatos, se marchó tras recibir el ‘calor’ de Murcia.