No se puede negar que la economía de la Región de Murcia se encuentra en la actualidad en recuperación, empujada por una situación coyuntural favorable: una mayor facilidad de acceso al crédito a tipos de interés bajos, un euro depreciado y un petróleo barato, que fomentan el consumo y la inversión, provocando un aumento de las exportaciones y de las importaciones.

Esta circunstancia favorable debe ser aprovechada para la creación de un empleo privado y público de calidad, a través de una bajada de impuestos que incremente el consumo y la inversión, de una simplificación de los procesos administrativos, y de un incremento de la productividad (nuestra asignatura pendiente), con la ayuda de medidas de todas las administraciones que fomenten la investigación, el desarrollo y la innovación, faciliten la competencia y la mejoría de la gestión empresarial, posibiliten el acceso de la población adulta a actividades formativas y busquen la unidad de mercado en España y en Europa.

De esa forma seremos también capaces de fomentar el ahorro, porque debemos aprender de esta crisis. Volverán los tiempos malos. La economía es cíclica y no se puede prometer lo imposible.

Contamos con una economía regional cosmopolita, abierta, con relaciones comerciales cada vez más lejos del entorno de confort europeo, apoyada en un sector agrícola con gran capacidad innovadora, que debe intensificarse; un sector turístico que busca nuevas formas de diversificar y ampliar sus servicios; y un sector industrial que crece de forma lenta, pero segura, cuya futura expansión debe responder a un plan industrial, en el que resultarán imprescindibles infraestructuras como el corredor mediterráneo y la ampliación del Puerto de Cartagena

Todas las personas físicas, y jurídicas, con o sin ánimo de lucro, que están trabajando en esta recuperación económica regional interactúan con un entorno donde los factores políticos y sociales juegan un papel clave. Por ello, es necesario que los habitantes de la región, a través de nuestros representantes políticos, trabajemos juntos para eliminar las injusticias sociales inherentes al crecimiento, garantizar los cuatro pilares del estado del bienestar social: la educación, la sanidad, las políticas sociales y el agua (básica para el consumo y nuestra agricultura), mejorar la ley electoral, castigar con rapidez a los corruptos, y diseñar el cambio del modelo productivo regional, no en los próximos cuatro años (eso es imposible), sino a lo largo de las dos próximas décadas.

Y ahí es donde surge el problema más grave en la actualidad: la crisis de confianza del ciudadano en la administración pública y en las instituciones. Sin confianza no puede haber esfuerzo conjunto. Y esta región tiene, además, dos problemas específicos por resolver.

No se puede hablar de la igualdad de los españoles, al margen de donde nazcan o residan, mientras en la región tengamos un sistema de financiación insuficiente, o soportemos un sistema impositivo injusto. Y no es justo que si dos hijos de más de treinta años reciben de sus padres una donación en vida de 800.000 euros, sin una finalidad concreta, uno de ellos, por residir en Madrid, pague 2.000 euros por el impuesto de sucesiones y donaciones, y el otro, 200.000 euros, cien veces más, por residir en Murcia, por un dinero que ya ha tributado por otros impuestos.

Y por otro lado, tenemos un problema de identidad regional (del que apenas hablan los políticos) que lastra ese esfuerzo conjunto necesario para reclamar las infraestructuras y derechos que necesitamos, y nos corresponden. Si no somos capaces de alcanzar acuerdos vitales, otros se encargarán de utilizar su mayor fuerza en Madrid para negarnos el agua, intentar parar el Corredor Mediterráneo en la Comunidad Valenciana o frenar el desarrollo del Puerto de Cartagena en favor de los intereses comerciales de sus propios puertos.

La región tiene un potencial de desarrollo económico del que todos los murcianos deberíamos sentirnos orgullosos, y por ello, sería necesario que los partidos políticos dejaran de presentar deslavazadas ofertas electorales, en días programados, y dedicaran la campaña a presentar un proyecto de región a largo plazo, con un sistema productivo más equilibrado, unas instituciones fuertes y confiables y unos habitantes con conciencia regional. En definitiva, una región económica y socialmente cosmopolita. Ese es el cambio que se necesita en estos momentos.