La Comisión Europea ha presentado su paquete de propuestas para reforzar la eurozona tras una década de recesión, que pide convertir el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en un Fondo Monetario Europeo y crear un mecanismo que garantice la inversión pública en tiempos de crisis.

"La eurozona va mejor en el plano económico y eso ofrece una oportunidad para preparar el futuro que hay que aprovechar", dijo al presentar las propuestas el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, quien añadió que mientras en la crisis "teníamos que reparar el barco", ahora "navegamos en aguas más calmas".

Su primera apuesta es convertir el MEDE, el actual fondo de rescate de la eurozona, en un Fondo Monetario Europeo (FME).

Bruselas propone reforzar su papel en la gestión de los futuros rescates y hacerlo responsable del cortafuegos para el Fondo Único de Resolución, un instrumento destinado a financiar, como último recurso, las resoluciones bancarias.

Este se nutre de contribuciones de entidades financieras y en 2023 deberá tener 55.000 millones de euros, pero aún falta por constituir un cortafuegos común, es decir, una especie de bolsa con fondos aportados por los Estados que se usaría si se dan varias quiebras seguidas o se produce alguna tan costosa que los 55.000 millones no son suficientes.

La Comisión propone mantener la capacidad de préstamo del futuro FME en 500.000 millones de euros ampliables, como ahora, pero quiere que deje de ser un órgano intergubernamental donde toda decisión depende de los Estados y pase a ser comunitario, es decir, que esté regulado los Tratados europeos y sujeto a escrutinio de la Eurocámara.

Los países de la eurozona están de acuerdo en dar más competencias al MEDE y en que se ocupe del cortafuegos del Fondo de Resolución y, más allá de la denominación, no se oponen a hacer de él un Fondo Monetario.

Sin embargo, será difícil que acepten dejarlo en manos comunitarias, puesto que ya han dicho que prefieren su formato intergubernamental.

Por otra parte, la Comisión propone crear un "instrumento de estabilización fiscal" al que puedan acudir los países golpeados por una crisis cuando sus recursos nacionales no sean suficientes.

Bruselas aboga por que tome la forma de un instrumento para proteger la inversión pública, que tiende a ser recortada en tiempos de crisis, que ofrezca préstamos o avales con fondos del presupuesto comunitario o a través del futuro FME a los Estados en problemas. La Comisión, sin embargo, no especifica qué volumen tendría este mecanismo.

Para acceder a los fondos, los países deberán cumplir las normas de disciplina fiscal de Bruselas y además "no supondrá un sistema de transferencias permanentes", recordó Moscovici.

Los países económicamente más fuertes, como Alemania, temen precisamente que esta herramienta desincentive las reformas y acabe convirtiéndose en un sistema en el que los Estados que mejor lo hacen paguen los platos rotos de los que no cumplen.

Entre los Diecinueve hay un relativo consenso sobre la necesidad de un mecanismo anticrisis, pero están lejos de un acuerdo sobre cómo conseguirlo. Este también podría tomar la forma de un reaseguro de empleo europeo o un fondo de reserva para periodos difíciles, recordó Bruselas. España, como la Comisión, apuesta por un mecanismo para proteger las inversiones.

Asimismo, Bruselas propondrá un mecanismo para impulsar las reformas en los países y otro para facilitar la adhesión de nuevos miembros al euro, dentro del marco financiero plurianual 2021-2027.

El Ejecutivo comunitario aboga, por último, por fusionar las funciones de comisario de Economía y presidente del Eurogrupo en una nueva figura de ministro de Economía de la UE.

Las propuestas serán discutidas por los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona en una cumbre el 15 de diciembre y el objetivo es que a mediados de 2018 presenten una hoja de ruta para avanzar en los próximos años.