Más allá de los datos lanzados por el Gobierno sobre la recuperación de la economía española, centrados de forma prioritaria en la vertiente cuantitativa de los datos, lo cierto es que la calidad del empleo es uno de los aspectos en los que España sigue situándose, en diferentes vertientes, en los últimos lugares de las distintas encuestas y estudios nacionales e internacionales.

La creación de empleo que se produjo el pasado año, junto con el descenso del paro en los primeros meses de 2015, no han servido para esquivar del debate sobre la destrucción de empleo. El año pasado, el número de ocupados creció en 417.000, gracias sobre todo al reparto de trabajo. Un repaso a la tasa de temporalidad en el sector juvenil basta para comprobar el aumento de la contratación a tiempo parcial.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) constató el pasado año con datos el progresivo empeoramiento de la calidad del empleo en España. La conclusión que extraía la OCDE es que la disminución de los salarios había empujado la competitividad de las empresas, pero había supuesto un incremento del riesgo de la pobreza y de la brecha salarial.

Según la OCDE, los salarios en España cayeron en 2014 un 1,8% mientras que en el resto de países adscritos crecieron un 0,2%. Por otra parte, el paro no ha cesado de crecer, con un aumento considerable hasta 2013. Una tendencia que se ha revertido desde ese año, aunque de una manera muy moderada.

El factor trabajo se ha abaratado considerablemente en la economía española, con descensos no solo en los salarios sino también en el coste del despido. La OCDE ha situado la tasa de calidad del empleo en España en un 0,3%, al mismo nivel que Polonia y tan sólo una décima por encima de Grecia, el país que más sufrido los recortes de la crisis de deuda.

En lo que respecta a la Seguridad Social, el año 2015 se inició con 16,7 millones de cotizantes. Seis años antes, antes de que la crisis golpeara con una fuerza imprevista por todos los agentes políticos y económicos, el número de cotizantes era de 19,2 millones.

Otro aspecto destacable se aprecia en las diferencias salariales existentes por comunidades autónomas y por géneros, con las autonomías del sur del país y la mujer como colectivos que más sufren la virulencia de la recesión. Las conclusiones de la OCDE también arrojan otra preocupante conclusión, y es que la cantidad y calidad de los puestos de trabajo en España es inferior a la media del resto de países.