Los castellonenses Dry River -nombre que viene del Río Seco de la capital de la Plana- son un grupo peculiar que han apostado fuerte con 2038 , su tercer disco. Con el rock sinfónico progresivo por bandera, su exquisita y grandilocuente propuesta navega por pasajes funk, jazz, soul, rock clásico, algo de ska, e incluso guiños al latin y al tango, con una fantástica puesta en escena cargada de teatralidad y unos coros operísticos muy en la onda Queen. Una propuesta musical compleja y atrevida, con muchas sonoridades e intrincados desarrollos, que por momentos recuerda a bandas como Dream Theater, Rainbow o Asfalto. Con motivo de su concierto de esta noche en la sala Garaje Beat Club de Murcia, charlamos con su vocalista y líder, Ángel Belinchón.

Seguís haciendo rock progresivo, pero ¿cómo ha evolucionado el grupo en estos últimos años?

Bueno, no es exactamente rock progresivo; al menos, no solo rock progresivo. La verdad es que es difícil etiquetar nuestra música de forma específica, porque tocamos todos los palos del rock; y no solo del rock, de todos los estilos que nos gustan, como el funk, el soul, el jazz… Todo lo que esté bien, pues a la saca. Por eso hemos dado con una etiqueta que nos hace gracia y que utilizamos medio en broma medio en serio: surtido-Cuétara rock. Por otra parte, a lo largo de los años nuestra música ha evolucionado hasta el momento actual, en que se podría decir que hemos alcanzado una notable madurez musical. Sonamos mejor, nuestras canciones son menos caóticas, somos mejores intérpretes…, pero nuestra filosofía sigue siendo la misma que al principio.

¿Cuál es la idea y el concepto principal de 2038?

Es muy fácil de explicar y de entender, ya verás… [Risas] Inspirados por los documentales del tipo Classic albums, nos embarcamos en un viaje en el tiempo veinte años hacia adelante para situarnos en un momento en el que Dry River ya lo ha petado fuertemente y es un grupo clásico como AC/DC o similar. En este año 2038 se celebra el veinte aniversario de la salida del disco que encumbró al grupo (nuestro actual disco), y para homenajear al grupo se monta una gala al estilo Kennedy Center Honors, donde, recién llegados del 2018, actúan los Dry River ‘jóvenes’ para los Dry River ‘viejunos’. Todo esto se entiende mucho mejor en el vídeo de Me va a faltar el aire, que es de donde viene toda esta locura.

Ya habéis empezado con la gira. ¿Cómo está yendo?

Está yendo de maravilla. Ya hemos hecho dos sold-out muy sonados, uno de ellos en Madrid, y en general estamos teniendo mucho público en las salas. La gente se sabe todos nuestros temas, sobre todo los del último disco. El ambiente en los conciertos es fantástico, y todo esto se ha convertido en una enorme fiesta en torno a la música. La verdad es que estamos en una nube.

¿Cuál es la situación de la escena del progresivo en España?

En general, no solo en el progresivo, en España hay muy buenos músicos y muy buena música. Escuchas grupos que casi nadie conoce y te echas las manos a la cabeza por lo virtuosos u originales que pueden llegar a ser. En ese sentido, vivimos un momento sin precedentes. Tenemos calidad para exportar. Sin embargo, esto no siempre se traduce en popularidad. Muchos grupos pasan desapercibidos ya no para las grandes masas, sino también para los consumidores de rock en general. No sabría decirte cuál es el motivo. Aun así, algunas bandas, como Toundra, logran despuntar. Algo harán que no hacemos el resto…

Cada uno de vosotros tiene sus propias influencias musicales, pero hay grupos en los que coincidís.

Queen, Dream Theater, Muse, The Beatles, Asfalto, Barón Rojo, Deep Purple, Led Zeppelin… Si me pongo, no acabo nunca… Luego hay algunas influencias que no te esperarías nunca, como la de Mecano.

¿Os gusta rendir tributo a los grandes en vuestras composiciones?

Nos gusta. Cuando componemos, a veces nos ponemos en plan: «Ahora un poco más Deep Purple», o «Esto a lo Queen», cosas así. En los vídeos también nos gusta hacer guiños, como en el de Traspasa mi piel. Es de bien nacido ser agradecido. Estos grupos nos han marcado el camino a seguir, nos han hecho querer ser como ellos y nos resulta divertido incluir nuestra devoción por ellos en todo lo que hacemos.

¿De donde viene lo de darle teatralidad a vuestra música?

La música ya no es un arte puramente sonoro, sino más bien audiovisual. Todo cambió con la llegada del videoclip; ya nos avisó la famosa canción Video killed the radio star. Esto lo sabemos, y actuamos en consecuencia; por eso cuidamos mucho los vídeos, la puesta en escena, etc. Además es una manera de añadir diversión a todo este lío. En los conciertos, por ejemplo, los actores que suelen acompañarnos complementan la escenografía con su presencia, y hacen que el público disfrute de los temas a otro nivel. Eso nos encanta y nos parece que es un extra que ofrecemos Dry River.

También involucráis al público.

Esa parte es improvisada. Cada sala, cada ciudad, es distinta. El público es el que te lleva a hacer o dejar de hacer cosas encima del escenario. Si hay un ambiente cachondo en la sala, tú te unes a él y sueltas bromas entre canción y canción. Si la cosa va de bailes, pues te marcas unos pasos. Es todo muy natural.