Archena se configura como la puerta de entrada al Valle de Ricote, un paraíso termal cuyos orígenes se remontan a la época de los romanos. Ya la nombraban entonces como ‘Arcila’ o ‘Ciudad de las arcillas’. Es por ello que, con el manantial que allí hay, con un caudal de 2.400 litros por minuto, se estableciera uno de los lugares más importantes en la Región relacionados con el termalismo.

Los beneficios que aportan estas aguas a la salud de grandes y pequeños son muy recomendados para casos de reuma, dermatitis y un buen número de afecciones respiratorias, siendo lugar de renovación ya no sólo para el cuerpo, sino también para el alma, por el maravilloso enclave paisajístico en el que nos encontramos.

Junto al río tenemos un paraje precioso lleno de eucaliptos y hermosa vegetación, todo lleno de una frondosidad que sólo dan los ríos y las zonas por las que pasan. Pero lo que más llama la atención es el Balneario de Archena. Es el regalo que se esconde tras esos picos de montaña, como una entrada a la relajación y al disfrute.

Recomiendo especialmente llevar a los niños a la piscina termal, porque si ya es un regalo para adultos y mayores el sumergirnos en esas aguas, con esas temperaturas tan calientes y agradables, para los pequeños de la casa es pasarlo en grande.

Las piscinas cuentan con un aforo de 800 bañistas, y los niños disponen de una zona de baño con dos piscinas en las que hay chorros y tobogán. También pueden acceder a las piscinas grandes, siempre y cuando vayan con un adulto que les acompañe y debidamente equipados con sus flotadores o bracitos, para mayor seguridad. Se recomienda llevar de casa un albornoz, gorro y chanclas. No olvidar con los peques las gafas de buceo, porque les encanta.

Hay muchas formas de enfocar la salida: o bien para ir de mañana y comer fuera o en casa de vuelta, para pasar todo el día y comer allí en las mismas instalaciones de la piscina, o, si se puede, pasar noche y añadir la experiencia de salir de casa y plantearlo como una excursión con mayúsculas. Para ello, el Balneario dispone de tres hoteles en los que, cuando uno se aloja, tiene derecho de acceso a las piscinas ese día y el siguiente.

Por la zona hay bastante oferta gastronómica, la típica de asados, migas y arroces. Restaurantes y bares que nos ofrecen desde tapas elaboradas y platos combinados hasta los arroces a leña o carnes a la brasa. En La Algaida tenemos una cervecería regentada por Alfonso -de hecho, se llama Alfonso y su Bar-, que siempre es muy atento con las familias y con los que vamos con niños, lo que es un punto a destacar. Con la cervecería Torre del Oro en Archena nos pasa igual: atención personalizada y directa siempre para atender primero a los peques, para luego los mayores deleitarnos con la carta.

Valle de Ricote

De los pueblos que tenemos alrededor recomiendo especialmente hacer una escapada a Ulea, para poder disfrutar de ese paseo por la ribera del río, que nos deleita a su margen con encañizadas que crecen allá donde hay agua y tamizan de verde todo el pase del río.

Nos encontramos con una ruta especial para ir paseando y disfrutando de la naturaleza, de todo ese regalo de huertos que hay llenos de limoneros y naranjos, árboles llenos de su fruto, creando un colorido de verde abigarrado lleno de tintes amarillo limón y naranja. En definitiva, huerta murciana y tradicional que se muestra esplendorosa en cada rama y en cada árbol.

Pasear es también reencontrase con las tradiciones de los pueblos, de las arquitecturas que surgen al pie de las montañas que configuran este valle precioso como es el de Ricote. Es como si el tiempo se detuviese a nuestro paso, y nos regalara ese encanto único que ofrecen los pueblos, con la cercanía de sus gentes, la sencillez de la vida y lo maravilloso que tenemos en esta tierra de contrastes, de luces, olores y sabores.

Al paso por las calles de los pueblos nos asaltará el olor a leña, chimeneas encendidas con ese olor que se mezcla al paso, y unas veces hasta podremos impregnarnos del aroma que sale cuando empiezan en patios o casas a guisar. Sonidos como el de una olla pueden salir o colarse por entre las rendijas de una puerta abierta y nos harán sentirnos como en casa.

En Ulea nos encontraremos con un mirador que es el del Salto de la Novia, así como con una noria que puede servirnos como excusa para explicar a los más pequeños cómo se sacaba el agua de las acequias y llegaba así hasta los huertos. Explicar de dónde viene aquello que compramos en supermercados y el esfuerzo de todos aquellos que tienen relación con la agricultura y que hacen posible que lleguen a nuestras mesas esos limones con los que aderezamos todo o esas naranjas que escurrimos para desayunar puede ser una lección muy valiosa para los pequeños.

También tenemos muy cerca Ojós, otro enclave paisajístico que nos regala palmeras y huerta, pudiendo visitar el azud del Trasvase Tajo-Segura. Típicos de allí son los bizcochos borrachos, repostería tradicional y artesana que hacen las delicias al paladar, así como roscos de vino y de anís.

Una escapada a escasos kilómetros con la sensación de volver a casa con las pilas cargadas y el agua como fuente de salud y de vida.