Uno de los rincones más divertidos para pequeños y grandes de la casa es, sin lugar a dudas, el Museo de la Ciencia y el Agua de la ciudad de Murcia. Es un espacio al que suelen ir como visita obligada los centros escolares, pero es un espacio especialmente indicado para repetir visita en familia, o bien como primera experiencia de contacto con la ciencia.

Está situado en el Barrio del Carmen, en la Plaza de la Ciencia, haciendo honor al tipo de museo que alberga. Es esta plaza lugar de observación antes de la entrada al mismo, ya que tiene elementos relacionados con la Tierra, con los tipos de vientos y con las constelaciones, con un pequeño mapa en el suelo que nos da pistas del lugar en el que podemos adentrarnos. Tanto a la entrada como a la salida, la plaza es un reclamo para el juego, pero sobre todo para pensar y descubrir.

El acceso al museo es previo pago de una tarifa simbólica, que es en adultos de 1,50 euros, escolares y niños por un euro y los menores de tres años y jubilados tienen acceso gratuito; aparte, el precio por visitar el Planetario es también de un euro. Tiene un horario de apertura de martes a sábado de diez de la mañana a dos de la tarde y cuatro y media a siete, mientras que los domingos y festivos sólo abren por la mañana, de once a dos. Recordar que los lunes permanece cerrado al público.

Tan apetecible es la visita por el mero hecho de acceder al Planetario como por las exposiciones temporales que cada ciertos meses van cambiando. Pero hay dos espacios muy especiales que son la ´Sala del Agua´ y la de ´Descubre e Imagina´, que ofrecen un espacio de juego y de descubrimiento en el que los niños pueden interactuar con la mayoría de los elementos que se van encontrando en su camino. De hecho, aunque todo el museo es para todas las edades, la zona de ´Descubre e Imagina´ tiene la franja de edad limitada para niños de 3 a 7 años.

En dicha sala, los niños son recibidos por una monitora que se encarga de explicarles las distintas zonas de la sala y los elementos con los que pueden jugar. Se trata de que toquen, de que experimenten, que pongan en juego la observación y que, simplemente, disfruten aprendiendo y jugando de un modo básicamente manipulativo.

Es una sala muy colorida, en la que reina el amarillo, los rojos y azules, los verdes, pero sobre todo una serie de figuras por toda la sala haciendo referencia al mar y a los seres vivos relacionados con el agua. Nos encontramos desde un tobogán con forma de ballena, hasta una serie de tubos que se iluminan y se llenan de burbujas y de luz blanca, así como una gran variedad de accesorios que generalmente sólo vemos en la playa y que aquí podrán manipular a su antojo con la ayuda del agua que va por un canal que llenan con palas y jarras. Eso sí, no hay que preocuparse por la ropa, porque irán con unos delantales de plástico a prueba de niños inquietos y curiosos.

También pueden descubrir los animales que hay en un terrario, y que van desde tortugas y galápagos hasta peces. Y manipular una pizarra digital, consultar libros relacionados con la ciencia y, cómo no, jugar con todo lo que allí hay, con mención especial para una pirámide alimenticia a gran escala y unas botellas llenas de agua que simulan una escala musical para componer sencillas canciones.

Volvemos a ser niños los más mayores en esa sala, recuperando al niño interior que siempre navega con nosotros, y ayudando a los que nos siguen en este camino que es la vida a que siempre tengan curiosidad por el mundo que les rodea, y que sigan descubriendo con nosotros nuevos senderos de aprendizaje.

Tras la sesión, que suele durar entre 45 minutos y una hora, recomiendo una visita con detenimiento al resto del museo. Excelente instalación que alberga una gran colección sobre la biodiversidad amenazada, contando con una importante variedad de insectos y moluscos. Las diferentes especies nos harán ver la importancia y la relación que hay entre la vida animal y la humana, así como la importancia en la concienciación de los niños en el cuidado de la naturaleza como valor educativo y social.

La física, la química, la astronomía y la entomología se dan cita en este museo un modo entrelazado, siendo la ciencia en estado puro un cofre lleno de sorpresas que dejan a los más pequeños de la casa con el asombro en sus ojos y la mirada puesta en saber siempre algo más. Animo, por tanto, a que les llevemos allí. Los paneles colocados a lo largo de todo el museo nos ayudan a leerles qué hay allí, y ellos seguro que te lo agradecerán no sólo ese día, sino toda su vida.