En esta ocasión nos acercamos al Museo Arqueológico de la Región de Murcia, situado en pleno centro de la capital murciana. En este inicio del curso escolar, en el que la mayoría de niños de Primaria, y a buen seguro los de Secundaria, hacen sus incursiones en los libros de Ciencias Sociales, la Historia es un punto de referencia en la brújula personal de los más pequeños. Nuestra misión es situarles de verdad en lo que significa el sentido histórico, y lo haremos a través de la experiencia; y qué mejor que empezando en un lugar como la Biblioteca.

Recomendamos que antes de visitar un museo, sea del carácter que sea, se les hable a los niños con antelación, se les prepare en cierto modo de a dónde van a ir y qué es lo que van a ver, pero ellos van a ser los artífices del propio descubrimiento de la Historia. Algo un poco abstracto, pero que con ayuda de libros y de explicaciones sencillas podemos conseguir hasta el punto de que se asombren y maravillen con algo tan importante.

Los días previos, o bien la semana anterior, se escoge una Biblioteca, la más cercana que tengamos del lugar en el que se vive, trabaja o pille cerca del colegio en el que estén los pequeños, ya que la tarde tras el colegio es un buen momento para acercarse a una Biblioteca.

Punto uno: el carnet de la Biblioteca. Si los peques no lo tienen, aprovechad el viaje y hacedles el carnet, ya que es un servicio totalmente gratuito y pone un gran repertorio de fondos tanto de libros como de vídeos y de CD´s al alcance de todo aquel que tenga un carnet de usuario en sus manos.

En la zona de lectura infantil busquen libros sobre la Prehistoria y, cuando los tengan localizados, no teman adentrarse en la zona de adultos y juvenil, y sigan con los niños buscando libros relacionados con la Prehistoria y la Historia.

Que los abran sin miedo, y hablen todo lo que quieran sobre qué ven en esas imágenes, cómo van vestidos, qué hacen, qué comen, qué tipo de herramientas utilizan... Un tema excelente durante la vuelta a casa es ir comparando la realidad que tenemos con la que se vivía en aquella época. Y aprovechen, a la hora de irse a la cama, para que los niños se lleven esos libros con ellos, para que al acabar el día, les hagan seguir soñando.

Tras unos días de conversaciones sobre esta temática, es el momento idóneo de lanzarse de lleno a la visita del Museo Arqueológico. Los más pequeños ya saben a dónde van, qué van a ver, y podrán asimilar e interiorizar de mejor modo todo aquello que tendrán para ver de primera mano.

Para llegar al museo, se puede acceder sin problemas caminando a pie desde cualquier parte de la ciudad. Llegado a este punto cabe recordar que la zona en sí tiene difícil aparcamiento, por lo que el coche habrá que dejarlo en un parking o donde se pueda.

La entrada al Museo es totalmente gratuita, y la primera planta es suficiente para la inmersión en la Prehistoria. La iluminación de las salas da un cierto aire de misticismo, y envuelve a cualquiera que allí entra en una atmósfera que centra la atención en los paneles y vitrinas.

Las calaveras y restos óseos son las piezas que más les impactan a los niños, pero les atrae porque van viendo la evolución de la fisionomía humana, y ven cómo se desenvolvían en aquellos tiempos. Invitamos a que los niños expliquen lo que están viendo y qué les parece.

Al patio central del Museo se puede acceder, pidiendo permiso previamente al personal de allí, y se puede ver la colección de escudos y disfrutar de la tranquilidad del entorno y sentarse en unos bancos de piedra que hay en su interior.

Se les puede pedir a los niños que tomen notas de la exposición. Pueden dibujar en un pequeño bloc lo que ven. No es problema alguno que lo hagan sentados en el suelo. Dejadlos trabajar sin prisa, que ellos mismos tomen sus anotaciones; estarán construyendo su aprendizaje en base al descubrimiento.

Para merendar o almorzar, el museo dispone en uno de los laterales de una cafetería, con una terraza en la entrada, pero si se prefiere llevar la comida de casa tenemos muchos bancos a lo largo de Alfonso X el Sabio, así como a escasos 100 metros, el parque de la Redonda.