LA POESÍA «puede cambiar el mundo», pero antes puede lograr que alguien que «no había escrito en la vida» se convierta en fenómeno literario. «Vino, me taladró y dijo que hay cosas que hacer», explica Patricia Benito, una crupier que cambió el casino por los recitales tras publicar Primero de poeta.

Entre las páginas que componen ese poemario se esconde la historia personal de Benito (Las Palmas, 1978), una amante de la novela negra con «incontinencia sentiverbal» que descubrió que la poesía era «la cura» a sus problemas.

A partir de ahí empezó a escribir «sin parar», a hacerse una especie de «autopsia» mediante las notas que tomaba en su día a día sobre temas tan cotidianos como el amor y la necesidad de «aprender» que hay «otras formas de querer».

«Nadie las leyó nunca», precisa Benito, que más tarde decidió recopilar esos poemas y autoeditar su propio poemario de forma casera. «Luego fue internet el que lo hizo todo», señala la escritora, que tuvo que poner a la venta un mayor número de ejemplares por petición de sus seguidores hasta que la editorial Aguilar la llamó para publicar la edición actual, lanzada en abril de 2017.

Ahora, al ver que su primer poemario tiene «vida propia» gracias a las redes sociales (con más de 17.000 seguidores en Instagram), Benito espera que los lectores pongan en práctica su «carpe diem» particular: «Vive, joder, vive».

La publicación del libro ha permitido a la canaria descubrir de qué manera el entramado digital puede avivar eso que muchos llaman «nueva poesía» o «poesía de Internet», tan adorada por unos y tan criticada por otros.