Más de un millón de reproducciones dan cuenta de otro caso en el que el poder conjugado de la publicidad, la televisión y la música mudó un spot en fenómeno de Spotify, el del '¡Claro que sí, guapi!', éxito impulsado por bases de reguetón y trap que se prepara para ceder su trono a otro posible 'hit'. Al mercadillo virtual de ropa más grande de España le toma el relevo hoy en la pequeña pantalla un restaurante de comida rápida que, como sucediera con el 'Chic para mí, chic para ti', aspira a instalar en nuestro imaginario un estribillo pegadizo: 'Tú lo que quieres es pollo pollo'.

Sus autores, la agencia de publicidad Dommo, responsable de ambas campañas, reconocen que apelan estratégicamente a los receptores sinápticos más inmediatos del espectador, pero lo hacen rodeados de los mejores, con un videoclip firmado por los prestigiosos Canadá (realizadores de 'Mala mujer' de C. Tangana y de otros trabajos para artistas internacionales como Phoenix o Tame Impala).

«Por un lado, buscamos el humor. Cuando se lo presentamos a Canadá lo veían muy amateur, pero lo que queríamos es propiciar el 'meme' y que la gente hiciera sus versiones. Por otro lado, buscamos la repetición mediante un sonido que esté vigente o que tenga potencial para serlo», explica Pablo Barrionuevo, su director creativo. Así fue la estrategia seguida con el 'Claro que sí, guapi' y la coletilla 'Hazme una rebajita', extraída de los comentarios de los usuarios de la aplicación y de lo que se empezaba a bailar. «Vimos la evolución del reguetón al trap y lo mezclamos con 'twerking'», añade.

Como entonces, ellos mismos han creado la composición del 'Pollo pollo' jugando con rimas y bases antes de acudir a un productor «que convierta eso en música». En este caso, se trata nada menos que de Ale Acosta, cincuenta por ciento de Fuel Fandango, quien opera los mandos sobre la voz de Lara Boto, redactora de Dommo.

«Es más fácil utilizar en una campaña una canción que ya existe, pero de este modo se traslada el mensaje de forma más directa y supone un reto personal», explica Barrionuevo, quien no oculta que así se ahorran además los «altos costes» que cobran las editoriales por tirar de su catálogo, cifras que pueden llegar hasta los 300.000 en el caso de composiciones muy conocidas.

Mucho más barato les salió hace años utilizar para el spot de una red social el semidesconocido 'El Tigeraso' de Maluca, la del 'Lo quiero todo, papi'. Por 20.000 euros llegaron a una gran masa de potenciales usuarios y, de rebote, la canción explotó en plataformas digitales (fue número 2 en sencillos en España y actualmente contabiliza casi 3,8 millones de reproducciones en Spotify).

«La industria debería darse cuenta, sobre todo con grupos emergentes, de que hay canciones en la historia de la música que han sido empujadas totalmente por la publicidad», defiende Barrionuevo, quien desde Dommo ha impulsado fuertemente la alianza entre ambas realidades (incluso han editado su propio vinilo, Mandanga). Existe una tendencia clara, al menos desde uno de los vértices de la ecuación. La inversión de marcas en música en 2008 pasó de un dato «insignificante» a 260 millones de euros en 2011.

Según las últimas cifras de la Federación Internacional de la Industria Discográfica (IFPI), en 2014 se pagaron 293 millones de euros por el uso de creaciones musicales en publicidad, películas, videojuegos y programas de televisión. «La publicidad tradicional no hace que la gente mire la pantalla durante sus espacios, pero la música sí», destaca Barrionuevo, quien, en un tiempo en el que «la gente está vacunada frente a las marcas», apuesta por «no ser tan frontales, sino introducirse en la cultura popular».

Como ejemplos, la última campaña de una empresa de telecomunicaciones con su reclamo 'Rapidito' (creado a partir del 'Despacito' de Luis Fonsi) o 'Quiéreteme', que a principios de año promocionó las rebajas de unos grandes almacenes y superó enseguida el millón de reproducciones en Spotify y Youtube.

Con 'Chic', en Dommo vieron superadas todas sus expectativas. «Fue un fenómeno viral totalmente orgánico. Nada más salir ya vimos que gustaba, a pesar de que también tenía muchas críticas, pero en publicidad incluso eso es bueno, pues genera movimiento», reconoce. Entonces el mensaje feminista de sus intérpretes Ikki y Ms. Nina no palió el efecto del sinuoso 'twerking' de la actriz protagonista y el tufo machista que arrastra cualquier reguetón. Que se prepare el mundo para otro pequeño seísmo, porque esta vez «a ti lo que te gusta es el pollo pollo».