P ¿Qué es para usted una buena novela negra?

R La historia tiene que atraparme en las diez primeras páginas. La combinación de suspense, cotidianidad, violencia y humor debe ser creíble. La descripción de personajes, paisajes y situaciones tiene que ser la justa para que mi imaginación participe de la obra, para permitirme pasear por las calles y lugares descritos, pero sobre todo debe de tener ritmo; un ritmo rápido y ágil que evite al lector perderse o aburrirse esperando la acción.

P ¿Cuáles serían sus personajes y autores negros favoritos?

R Sin ningún tipo de duda, Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Jo Nesbo. Tal vez por la influencia del cine y por los magníficos actores que lo interpretaron (Humphrey Bogart o Robert Mitchum), mi personaje favorito es Philip Marlone.

P ¿Se ha sentido atraído por este género desde siempre?

R La primera novela que leí del género negro fue Enemigo público, de John Bright, cuando estudiaba en la universidad, con dieciocho o diecinueve años. Desde ese momento he sido un empedernido seguidor del cine y la novela negra, sobre todo de las obras realizadas desde los años cuarenta a los sesenta, aunque esta novela es anterior a esa época.

P ¿Qué opina de la expansión que vive en España este tipo de literatura?

R Me parece estupendo, no tanto por la profusión de escritores y novelas, sino por lo que implica: sigue existiendo un gran número de lectores que prefieren el papel. Estamos en un mundo dónde las nuevas tecnologías y la prisa por llegar -aunque no se sepa a donde se va- están haciendo un daño enorme a la relación directa entre personas, a la tertulia entre amigos y al disfrutar de la soledad buscada en compañía de un buen libro. Mientras existan editoriales que publiquen, autores que escriban y lectores ´sin prisa´ no todo estará perdido.

P ¿Y qué le ha traído a participar en estas jornadas, qué espera de Cartagena Negra?

R Poder participar en una semana dedicada al género negro que se lleva a cabo en Cartagena, la ciudad donde he nacido y vivido gran parte de mi tiempo, es una alegría enorme. La invitación realizada por los organizadores me llenó de sano orgullo, así que solo me queda disfrutar de la compañía de amigos y paisanos en la tertulia. Espero poder aportar mi pequeño grano de arena al éxito de esta nueva edición. En lo personal, no necesito nada más.

P ¿Cuáles son sus armas y métodos preferidos a la hora de matar?

R Depende de la historia y la situación. Si hay pasión, despecho u odio enconado, el arma es sin dudarlo el cuchillo o la navaja. En estas situaciones el asesino necesita sentir en sus manos que cumple su venganza, y esa sensación solo la producen las armas blancas, el contacto directo con la víctima. En cualquier otra situación no tengo predilección por un arma en concreto, depende del lugar. La improvisación de un delito conlleva la improvisación en la elección del arma, y cualquiera que cumpla el objetivo de eliminar a una persona es válida. Para un profesional o un sicario, la pistola, y, para las mujeres, la sutileza combinada con la inteligencia.

P Elija algún personaje real para quitar de en medio y justifique el crimen, claro.

R No creo que fuese capaz de matar a nadie, mis remordimientos acabarían conmigo en poco tiempo; y mucho menos de planificarlo en frío. Pero si tuviera la capacidad y el poder para hacerlo, acabaría sin dudarlo con aquellos que hacen del dolor de las personas inocentes e indefensas, sobre todo de los niños, un negocio que les permite enriquecerse y disfrutar de aquello que niegan a los más débiles.

P ¿Por qué eligió Cartagena como escenario de La chica olvidada? ¿Tan atractiva es la ciudad como escenario para una novela negra?

R ¿Y por qué no? Cartagena tiene todo lo necesario. Es una ciudad con una historia de tres mil años y escenarios fantásticos donde desarrollar una trama. Por otro lado, es una ciudad portuaria con todo lo bueno y malo que ello acarrea. Pero sobre todo es mi ciudad, donde he nacido y crecido. La conozco lo suficientemente bien como para pasear por ella sin moverme de mi casa. Tiene la vida y la población suficiente para que las historias sean creíbles, sin olvidar que también posee su crónica negra.

P ¿Y por qué le dedica esa mirada hacia el pasado?

R Cartagena ha experimentado un cambio increíble en los últimos años. Si un chaval de veinte años se pasease por la Cartagena de mi juventud se quedaría alucinado. Aquella Cartagena era más oscura que la actual: las calles adoquinadas, las aceras estrechas, los coches aparcados que casi bloqueaban el paso de los que circulaban, el bullicio en el centro, las mareas de marineros y soldados, la presencia de la VI Flota, los barrios para marineros y los tugurios, las tascas viejas con olor a vino rancio, los bares de ´mala reputación´..., en esa ciudad crecí y aprendí, disfruté de sus cosas buenas y percibí las malas. Esa Cartagena sigue viva en mi recuerdo y corazón, tenía necesidad de recordarla en mi primera novela.

P Ésta ha sido su primera experiencia en la novela negra, ¿habrá más?

R En octubre de este año la editorial Malbec publicará mi segunda novela, protagonizada por el inspector Martín Campillo y el subinspector José Manuel Sánchez, titulada El hostal del inglés. Espero que sea del agrado de los lectores y que disfruten leyéndola tanto como lo hice yo al escribirla.

P ¿Cómo ve el panorama del género en la región, es cierto que se está viviendo una especie de efervescencia?

R Hay un grupo impresionante de escritores jóvenes con un gran futuro, no tengo duda de que más de uno alcanzará el reconocimiento que se merecen por la ilusión con la que desarrollan su trabajo y el cuidado que ponen en sus obras. Es imposible nombrarlos a todos, pero no quiero dejar de mencionar a Alfonso García, Víctor Mirete, Cristóbal Terrer, Carlos Dosel, Pilar Fernández...

P Ofrézcale algún consejo al lector de novela negra.

R Que se atrevan a pasear por los paisajes descritos como un personaje más, que vivan las situaciones como reales e intenten salir airosos de ellas igual que el protagonista o, mucho mejor aún, igual que el culpable.