Si pensamos en vampiros debemos remontarnos a siglos atrás. Estos seres, tal y como los conocemos popularmente, son muertos vivientes que alcanzan su inmortalidad a través de la sangre humana. De hecho, el primer lugar de referencia que nos vendría a la mente sería para todos el mismo: Transilvania. Sin embargo, ¿cuál es su verdadero origen?

Javier Arries, físico, escritor y concretamente autor del libro Vampiros. Bestiario de ultratumba, es uno de los máximos representantes de la fenomenología de lo anómalo y ha hecho un recorrido de la figura de estos seres legendarios tal y como los conocemos actualmente en nuestro país. El origen lo situaríamos a partir del siglo XVIII con el llamado «vampiro de la Europa del Este», cuenta Arries. Se empieza a conocer a través de periódicos en la frontera entre los austríacos y los turcos, ocupada entonces por gente muy rústica. En ese momento comenzaron las noticias históricas sobre supuestas epidemias de vampiros.

La Región de Murcia, concretamente el municipio de Cartagena, es una de las grandes cunas de leyendas para estos seres inmortales: el vampiro de Borox.

Un barco, relata Arries, habría llegado a Murcia con un ataúd procedente de Europa del Este reclamado por alguien en La Coruña. El ataúd fue puesto en un camión para llevarlo a su destino. Dicho camión abandonó Cartagena, se dirigió a Alhama de Murcia y posteriormente a Almería, Toledo, Santillana del Mar, Comillas y a La Coruña.

En cada una de esas localidades habrían ocurrido, al paso del camión, extrañas muertes vinculadas al vampirismo. El caso es que ya en La Coruña nadie reclamó el ataúd, por lo que fue remitido de nuevo hasta Cartagena, donde se encargó de recogerlo un noble serbio que se alojaba en una posada de la Calle Mayor de Alhama de Murcia. Se decía que sólo se le veía de noche y un anciano de la localidad de Alhama afirmaba que se parecía mucho a un aristócrata polaco que habría conocido en Murcia en 1915. El ataúd por fin fue enterrado en el cementerio de Cartagena y ya no se supo más del noble serbio.

Este «caso» se hizo muy popular y empezó a aparecer en otros libros y revistas. En un artículo publicado en 1998 en la revista Karma 7, su autor, Sebastiá D'Arbó, llegó a afirmar que el noble serbio que se vio en Murcia se llamaba Ugarés, y que cuando murió sus paisanos le habían enviado a España para deshacerse de él porque pensaban que era un vampiro que regresaría de la tumba. De esta forma lo mandaron a un familiar del noble que vivía en La Coruña. El artículo decía que en las localidades donde se había detenido el camión, un extraño ser atacó a algunos vecinos causándoles grandes pérdidas de sangre y que murieron por anemia.

A finales de los noventa tres investigadores, Martí Flò, Valentí Ferrán y Jordi Ardanuy dieron con la solución demostrando que todo era un malentendido y que en realidad toda la historia era la trama de un relato ideado por el dramaturgo Alfonso Sastre y que había publicado años atrás en un libro.