Durante el primer fin de semana de este mes de agosto, el popular portal audiovisual Filmin (www.filmin.es) fue testigo de un fenómeno curioso: Ciudadanos, episodio piloto de una miniserie de televisión titulada Distopía, fue lo más visto del sitio, por encima incluso de los estrenos cinematográficos de la plataforma. Pero es que, además, desde entonces, y así hasta hoy, la audiencia social de la serie no ha dejado de crecer y ya son muy numerosas las muestras de apoyo a la misma bajo el lema ´Yo apuesto por Distopía´. ¿Pero por qué necesita Distopía muestras de apoyo? Pues porque la serie que algunos han bautizado ya como la Black Mirror española no encuentra televisión, productora ni plataforma de pago que la quiera. ¿Miedo?

«Yo creo que los motivos son varios y diferentes -explica Manuel Sánchez Ramos-. Desde luego, estamos hablando de motivos políticos, de censura, o llámalo como quieras. Ha habido medios que nos han dicho claramente que el producto era algo muy polémico, muy peliagudo. De todos modos, también es verdad que las cadenas generalistas españolas, hoy por hoy, no tienen lugar para ubicar en su parrilla un formato como el de Distopía, con capítulos de 35 minutos. Esto cambiará, pero, hoy por hoy, es así».

Manuel Sánchez Ramos es uno de los creadores de Distopía, junto con Virginia Llera (productora) y Jesús Mancebón (productor y guionista), y participa como actor en un primer capítulo, Ciudadanos, que ha asustado a más de un responsable de las empresas audiovisuales españolas. ¿Por qué? Juzgue usted mismo: En Ciudadanos, y ante la situación que vive España, algunas personas anónimas deciden pasar a la acción y secuestran al ministro de Economía. A partir de ese momento, y atrincherados en un bar, empezará una emisión audiovisual a todo el país para que la ciudadanía decida democráticamente si el político vive o muere.

P Si el problema técnico de las televisiones generalistas es tan claro, ¿qué esperanza tienen ustedes?

R ¡Hombre! Movistar, por ejemplo, no tiene esas limitaciones. Nosotros fuimos en su día a Canal+, justo antes de su fusión con Movistar. Claro, no era el momento. Pero, una vez fusionadas, también fuimos a ver a Movistar y tampoco ha habido suerte. En fin... También están HBO, Netflix, Vodafone TV... Hay diferentes plataformas que sí pueden emitir el formato que quieran.

P Si no hubiera manera de que ninguna de ellas quisiera la serie, ¿hay alguna alternativa?

R De momento, nada. Yo creo que si no entra ninguna plataforma o ninguna productora, al final regalaremos el piloto y trabajaremos en otros proyectos. Desde luego, lo que no podemos hacer es financiarlo nosotros.

P ¿Nada que hacer tampoco con el crowdfunding?

R Es una de las posibilidades que hemos sopesado. Hemos estado viendo si hacer una película juntando tres capítulos para que el crowdfunding fuera más fácil, hacer una serie corta... Lo hemos sopesado durante mucho tiempo, pero era muy complicado pedir 300.000 o 400.000 euros, que sería un coste razonable por capítulo.

P El primer capítulo es fuerte...

R Bueno, a mí me parece que está muy bien y que es un tema muy interesante. Evidentemente, puede levantar ampollas, pero también es algo que te hace reflexionar.

P Da miedo el pensar que se rodó hace ya cuatro años y que no ha perdido un ápice de vigencia.

R Sí, en su día pensamos que teníamos que sacarlo ya porque todo iba a cambiar, pero resulta que no, que estamos en lo mismo. Cada día nos dan en el telediario un caso de corrupción gordo, pero gordo, y aquí todo sigue igual. De todas maneras, el tema de la serie es más amplio, son las sociedades distópicas, sociedades que no funcionan, pero no solo a causa de la corrupción.

P ¿Cómo son los otros cinco capítulos en cartera?

R El primer capítulo sí, pero, en general, Distopía no es una serie política. Hemos presentado un dosier con seis capítulos, que hablan de diferentes problemas de la sociedad actual: incomunicación, nuevas tecnologías... Ni siquiera se desarrollan todos en el presente. El de las nuevas tecnologías, por ejemplo, transcurre en 2032. Otro se desarrolla en unos años ochenta diferentes a los que hemos vivido, otro en el salvaje Oeste... Eso sí, ponen el acento en los problemas sociales que existen en cualquier tiempo.

P ¿Alguien les ha planteado la posibilidad de apoyar la serie a condición de eliminar ese polémico primer capítulo? Y, en cualquier caso, ¿ustedes estarían dispuestos a estudiar una propuesta así?

R No, la verdad es que nadie nos ha planteado esa posibilidad. Y, por lo menos a mí, es la primera vez que me hacen esta pregunta. ¿Estaríamos dispuestos? Bueno, habría que hablar de muchas cosas, pero, desde luego, este primer capítulo es el germen, es lo que hemos querido contar, la primera idea que tuvimos y que cuajó; es el guion con el que hemos atraído a todo el equipo que lo ha hecho y a otros muchos que no han podido estar por problemas de agenda... A mí, personalmente, me parecería mal no incluir este primer capítulo en Distopía. Otra cosa es que me propusieran la posibilidad de rodarlo otra vez, con más medios, y entonces ya veríamos... Pero la temática seguiría siendo la misma. No, yo no lo quitaría, desde luego.

P Entremos en él, en Ciudadanos, ese primer capítulo que el público puede visionar en Filmin. ¿Fue muy complicado hacerlo?

R ¡Imagínate! Pero, para el dinero que teníamos, está muy completo, creo yo. Obviamente, cuando uno hace algo así, cuenta con un equipo humano que se involucra desinteresadamente. En este sentido, fue muy fácil conseguirlo, porque en cuanto la gente leía la historia, quería hacerla; incluso algún actor muy muy conocido, que no pudo por problemas de agenda.

P ¿Por qué Koldo Serra como director?

R Virgina (Virginia Llera) y yo ya habíamos trabajado con él en La fuga, la serie de Telecinco, yo como actor y ella como script, y desde el principio tuvimos muy claro que queríamos a un director como él o como él... Y él quiso enseguida. A nivel técnico y de medios, pues nos quedamos a dos velas, pero hemos conseguido mucha calidad porque hemos contado con un equipo muy muy potente. Ya quisieran muchas series tener un equipo tan completo a todos los niveles. ¿Complicado de levantar? Pues sí. ¿Una sola localización? Pues también. Imagínate: en pleno julio, todos metidos en un bar de Lavapiés, sin poder encender el aire acondicionado por temas de sonido... Un horror de horas de trabajo y de complicación, pero un horror en el mejor sentido de la palabra, porque fue una experiencia maravillosa, con un ambiente magnífico. Todos estábamos convencidos de que hacíamos algo que iba a funcionar muy bien y que, en cualquier caso, nos gustaba mucho.

P Al final de un capítulo con tanta tensión, hay un toque de humor...

R Efectivamente, hay un guiño. Habla de que las cosas ya eran hace doscientos o trescientos años igual que son ahora.

P Y está dedicado al desaparecido Álex Angulo...

R ¡Jolín!, es que Álex iba a hacer el personaje de uno de los secuestradores. Le encantó el proyecto, vino con nosotros, estuvo ensayando un día... Pero como tuvimos que retrasar el rodaje, no recuerdo ahora por qué, y él tenía otro compromiso profesional, no pudo hacerlo, se quedó con las ganas. Luego pasó lo que pasó (Álex Angulo falleció en 2014). Era un tipo maravilloso y nos pareció muy bien dedicárselo a él.

P Le concedo un último deseo...

R Pues que la gente asuma más riesgos en nuestra ficción (aunque ya hay algunos que están empezando a hacerlo). Y que las cadenas y las productoras sean receptivas a proyectos que se salen un poco de la norma y que son algo diferentes.

P ¿Que sean menos cobardes?

R Efectivamente. Tenemos un caso muy reciente: el documental Las cloacas del Estado no se ha podido estrenar en ningún sitio. Al final se estrenó en Gol TV, porque es del mismo grupo que lo hizo. Al presidente de EE UU ya lo han matado cientos de veces en la ficción, pero aquí en España no sé lo que pasa...