San Javier recibe hoy a un tirano. O dicho de otro modo: el municipio contemplará esta noche el retrato que esbozó en su día Albert Camus y que ahora traza Mario Gas sobre un hombre, Calígula, que exterioriza todos los estados de ánimo, desde de la lucidez hasta la locura, como consecuencia de la muerte de su amada.

El auditorio Parque Almansa acoge esta noche (22.30 horas) la representación de la obra Calígula, que se exhibe con motivo del 48º Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier. La obra es una coproducción del Festival de Mérida, el Teatre Romea y el Festival Grec de Barcelona.

El barcelonés Pablo Derqui se mete en la piel de Calígula en este montaje de Mario Gas sobre el texto homónimo de Albert Camus. En la rueda de prensa de presentación de Calígula, el director aseguraba que la obra era «mucho más que un estudio sobre los fascismos modernos» y acentuaba su mensaje sobre la responsabilidad compartida en el auge de los totalitarismos.

La obra se estrenó el pasado mes de julio en el Festival de Mérida, donde miles de personas (más de 10.000 asistentes en cinco días) ovacionaron en pie a Pablo Derqui. La crítica también elogió con un sobresaliente la interpretación de un personaje «tan difícil como fascinante». El espectáculo, que también triunfó en el Grec de Barcelona, llega ahora al Festival de San Javier con «una enorme expectación del público», como así apuntan fuentes municipales en una nota.

La pieza aborda la arbitrariedad del poder y sus límites y abusos, pero también el tema de «la lógica de la locura, la fragilidad de la existencia, la muerte y el paso del tiempo», como comentaba Gas. En su opinión, el personaje de Calígula se aborda en muchas ocasiones como «un loco histriónico» y eso lo convierte en un «caso patológico» y un arquetipo.

El director se decantó por buscar la causa de la locura en el dolor y convertirlo en «un monstruo que pone un espejo frente a la sociedad para que vea su propia maldad». Por ello, Derqui trabajó «la extrema lucidez» de su personaje, que le lleva a «un suicido lento que despierta conciencias y destruye el orden establecido, que es corrupto, de manera arbitraria y cruel». No en vano, «gobernar es robar» y «¿quién me va a juzgar si todo el mundo es culpable» son dos sentencias pronuniadas en la obra.

Esceneografía de Paco Azorín

El mensaje del texto de Camus sobre la arbitrariedad del poder y el absurdo de la existencia viene reforzado por una simbólica escenografía creada por Paco Azorín e inspirada en el Palazzo della Civiltà del Lavoro en Roma (conocido como el Colosseo Quadrato), un edificio representativo de las construcciones de la época fascista italiana de Mussolini.

Borja Espinosa interpreta a Quereas; Mónica López a Cesonia; Bernat Quintana a Escipión y Xabier Ripoll a Helicón, en un reparto en el que Pep Ferrer, Pep Molina, Anabel Moreno y Ricardo Moya son el Corifeo.

«Poética y comprometida»

Mario Gas describía que es una obra «compleja, poética, existencial y comprometida», que fue posible montar gracias al notable elenco de actores con el que cuenta. Ellos, y especialmente Derqui, llevan el peso de la obra, rodeados de una escenografía austera que prescinde de las togas romanas y opta por un vestuario «ligeramente inspirado en los años treinta».

«He puesto en práctica la máxima de menos es más para que el texto viaje con nitidez», aclaraba el director, que reconoció que hace muchos años que quería montar esta obra, pero hasta ahora no ha contado con las condiciones necesarias. En este punto, Derqui ratificaba las palabras de Gas y añadía que la obra de Camus es «un debate de ideas» y «los personajes son como ideas con patas», por lo que es importante «transmitir el mensaje de manera limpia».

La obra narra la historia de «una persona con un dolor existencial que le lleva a la locura» y es «una toma de conciencia de un mundo injusto, en el que el mal está incrustado en la sociedad», aseveraba Mario Gas.