En la Región de Murcia nos hemos acostumbrado a los grandes anuncios, en algunos casos con grandes pompas, de obras, infraestructuras y proyectos que generarán riqueza y empleo. El problema es que estos nunca llegan a materializarse luego y, si lo hacen, no en la forma en la que se previó en un principio. El territorio regional está repleto de esqueletos de edificios, pues la profunda crisis económica de principios del siglo XXI dio al traste con muchos de los planes que tenían los dirigentes de la Comunidad y los alcaldes de los municipios.

El Paramount Park de Alhama, el trasvase del Ebro, la Ciudad de los Contenidos Digitales (Contentpolis), el complejo turístico de Marina de Cope, la urbanización de Novo Carthago... Son proyectos que, por un motivo o por otro, no se hicieron realidad. Otras infraestructuras sí llegaron a ver la luz, pero no por eso dejaron de presentar problemas. En el aeropuerto de Corvera no ha aterrizado todavía ni un solo avión, la autovía Santomera-San Javier acaba en un huerto de limones, en la pista central del Palacio de Deportes de Cartagena no podía botar una pelota de baloncesto y en el helipuerto del hospital Reina Sofía de Murcia no pueden aterrizar helicópteros, un auditorio sin obras que representar que costó la cabeza de un presidente y un edificio inteligente que acoge servicios del Ayuntamiento de Murcia parece no serlo tanto.

Todos merecen figurar en la lista de grandes pifias de la Región de Murcia, así como otras muchas obras inacabadas o proyectos frustrados.

Podría resultar hasta gracioso, si no fuera porque cosumieron dinero de todos los ciudadanos.