La progresión de la banda de Aranjuez Rufus T. Firefly, desde que emergieran en 2011 hasta la llegada de Magnolia, que vuelve a editarse bajo su sello, Lago Naranja Records, ha corrido en paralelo a su predicamento entre el público, hasta convertirse en referentes de ese perfil de banda de rock con irrefrenable tendencia a la épica, tanto en lo musical como en lo lírico. En 2016, Rufus T. Firefly se tuvieron que enfrentar a la salida de dos pilares del grupo de amigos, pero escuchar Magnolia, entre la psicodelia, el rock setentero, la electrónica, el indie y su personal forma de experimentar, repleto de referencias a mitos musicales y cinematográficos, es como un pequeño viaje lisérgico, es evocar a Tame Impala. El grupo comandado por Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro ha cumplido la máxima de no cejar en su empeño de consolidarse y, disco a disco, han fidelizado a una considerable cantidad de seguidores que acude a sus conciertos y compra sus discos. Todo ello desde la más absoluta independencia y autogestión. Carrie Palmer estará en la cabina. Víctor Cabezuelo, al aparato.

¿Cómo está yendo la gira? Parece que tenéis el calendario repleto de conciertos, festivales incluidos.

Está yendo increíble. Nunca habíamos tenido en el pasado la oportunidad de poder tocar tanto, y nos está haciendo crecer mucho como banda. Estamos sintiendo una energía muy buena con la gente que viene a vernos. Todo el mundo nos dice que ha visto algo especial, y nos emociona mucho, porque es lo que intentamos todo el rato.

¿Qué representa Magnolia? ¿Qué viene a significar?

Magnolia es un viaje hacia el interior de uno mismo, en busca de las cosas bellas que estaban enterradas en el tiempo. Es un homenaje a todo y a todos los que han pasado por nuestra vida para cambiarla y hacernos mejores personas.

¿A qué aspiran Rufus T Firefly con este disco?

A lo mismo que en todos los que hemos grabado, a sacar lo mejor de nosotros mismos y a seguir aprendiendo. Los discos son solamente instantáneas de un momento concreto en el tiempo, y nos gusta que queden lo más bonitas posible para el que quiera detenerse a verlas.

¿Cómo planteasteis la grabación de Magnolia? ¿Qué o quiénes os han guiado en esta grabación?

Ha sido un proceso muy largo, sobre todo el trabajo con los sintetizadores, que es el más costoso. Como siempre, la ayuda de Manuel Cabezalí y Dany Richter ha sido fundamental. Pero además en este disco hemos podido contar con Martí Perarnau y Miguel de Lucas de Mucho, que finalmente se ha unido definitivamente a la banda.

¿El último disco de Mucho ha sido una influencia?

Absolutamente. Más que el disco, el hermanamiento entre bandas es lo que más nos ha influido. La forma de pensar de la gente de Mucho me ha enseñado muchísimo de la música y de la vida. Para mí son un ejemplo constante. Sin ellos Magnolia no existiría.

Sois como una gran familia de grupos que trabajan juntos, que se echan una mano en sus respectivos discos. ¿Cómo es trabajar con Manuel Cabezalí (Havalina) en su faceta de productor?

Siempre digo que Manuel es el sexto Rufus. Todo tiene que pasar por él, y personalmente me gusta tener su aprobación para tomar decisiones, porque me fío mucho más de su criterio que del mío. Hemos tenido una gran suerte de habernos encontrado. Es lo más importante que le ha pasado a Rufus. Es nuestro Brian Epstein.

Este disco viene marcado por los cambios en vuestra formación. ¿Cómo os ha afectado y cómo os habéis reorganizado? ¿En algún momento peligró el grupo?

Sara y Alberto dejaron la banda a principios de año, y fue un duro golpe, sobre todo emocional. Yo me planteé muchas veces si merecía la pena seguir tocando sin ellos. Ya no seríamos el mismo grupo. Pero lo cierto es que la vida sigue y uno puede pasarse toda la vida lamentándose o puede tirar hacia delante. Sentimos que aún teníamos cosas que decir y que este grupo es lo que más felices nos hace en el mundo, así que seguimos, sin saber lo que iba a pasar. Y entonces aparecieron Ro y Miguel y cambiamos seres queridos por seres igual de queridos. Creo que de alguna manera, si das amor, recibes amor. Cada vez estoy más convencido de ello. A veces cuesta verlo; a veces hay que tener muchísima paciencia, pero funciona así.

Y aunque Rufus sigue sonando a Rufus, ¿cómo han influido en el sonido del disco las nuevas incorporaciones?

Todos los músicos tienen su forma de tocar, y eso es lo bonito, que cada músico aporta su alma al instrumento. Nadie puede tocar como Sara y nadie puede tocar como Miguel. Puedes intentar imitarlos pero nunca lo harás igual. Es difícil saber cómo influye cada persona, pero lo que sabemos es que con Sara y Alberto todo era increíble, y con Miguel y Ro pasa lo mismo. Eso es lo importante.

Hay medios que os comparan con los nuevos Vetusta Morla. ¿Como lo llevais?

Vetusta Morla no necesitan sucesores. Están muy vivos y terminando un discazo. Para nosotros es un honor que alguien se confunda y nos pueda llegar a comparar con ellos, pero nuestros caminos van por lados muy diferentes. De hecho, lo mejor que hemos aprendido de ellos es que lo más importante en la música es ser honesto con uno mismo.

Se aprecia un aroma setentero en Magnolia. ¿Qué tienen los setenta que parece la época que más os tira?

Nunca se cuidó tanto la calidad musical como en los setenta. No había trucos ni postureo. Si querías triunfar, tenías que tocar de la hostia y punto. Todos los vídeos de la época son increíbles. La pasión por el rock que tenía esa gente es inigualable. Eso es lo que más nos gusta de todo lo que pasó en aquella época.

En este disco incluís auténticos cuadros en el libreto. ¿Forma parte de vuestro empeño en considerar el arte algo global?

Es que el arte es algo global. Quizás el error lo comete el que no lo considera. La música es sólo una ramificación de algo muy complejo, y por supuesto se complementa perfectamente con el resto de las ramas. No sé por qué a algunas personas les cuesta darse cuenta de todo esto. La música se puede ver, de la misma manera que una pintura se puede escuchar.

Cómo se os ocurrió que el disco, además de entrar por la vista y el oído, entrase también por el olfato?

Julia quería que fuera una experiencia extensa, que se completaría con el directo. Esa era su idea. No quería limitar el disco a unas cuantas canciones. Quería que nuestra música llegara por todas la vía posibles y transformó mis textos en dibujos y olores. Yo creo que es increíble todo lo que ha hecho.

Entre los homenajes y los referentes que sobrevuelan este disco, está Río Wolf, un emotivo tributo a Jeff Buckley. ¿Cómo surgió esta canción?

Siempre quisimos hacer un homenaje a Buckley. Ha sido uno de los músicos que más nos ha marcado, con su vida y con su muerte. Nos lo imaginamos despidiéndose de esta vida metiéndose pacíficamente en el Río Wolf, cantando Whole Lotta Love de Led Zeppelin, diciendo al río: «sólo quiero darte todo mi amor». Ojalá le guste.

¿Hasta qué punto puede decirse que mantenéis una actitud romántica?

Hasta el punto más alto. Es lo único que nos importa, de hecho.