Las abuelas murcianas están hechas de otra pasta: son graciosas y muy vivas, bailongas y para nada malhumoradas. Se ponen laca de buena mañana y se les queda el pelo cardado o, más bien, a lo afro. Enfrentan a sus enemigos al ritmo disco setentero, ganan sin pegar y se expresan con el vocabulario ‘murcianico-aguileño’ más remoto. Se trata de unas mujeres de avanzada edad, casi superheroínas. O, al menos, de esta forma se les encarna en la protagonista del nuevo cómic del aguileño Chema Lajarínez. Se hace llamar Afroyaya, es una súper abuela enérgica, luminosa, fuerte y vital que se enfrenta a multitud de adversidades y está causando furor en las tiendas de cómics de la Región.

Chema Lajarínez, dibujante e ideólogo de la Afroyaya, es licenciado en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, trabaja como profesor de dibujo en Educación Secundaria y da clases de plástica, audiovisuales y dibujo técnico en Bachillerato en el instituto San Juan Bosco de Lorca. Además de cómics, ha realizado carteles, exposiciones de pintura y portadas de libros, entre otras cosas, pero siempre se ha decantado más por dibujar con un sentido narrativo, lo que convierte al cómic en su disciplina favorita.

Con respecto a la protagonista de su obra, el autor cuenta que ha querido «darle completamente la vuelta al típico ideal del abuelo decrépito, malhumorado o que ya no pinta nada y está esperando morir» que se ofrece usualmente en medios como la televisión, el cine o el propio cómic.

A todo esto se le añade el dialecto murciano, usando algunas expresiones de los años 40 o 50 que están absolutamente perdidas y que el autor quería recuperar, convirtiéndose este factor en la verdadera chispa de la Afroyaya y en una de sus mayores bazas de cara al público. «Para ello he tenido una viva inspiración en mi abuela», relata el autor.

«Siempre que decía una de estas palabras, nos reíamos con mis primos y hermanos, y yo me la apuntaba», añade.

Además, la obra encarna una verdadera mezcla de géneros. Tiene algo de manga, mucha influencia de la escuela bruguera de Francisco Ibáñez (dibujante de Mortadelo y Filemón) o de Jan (Superlópez) y rasgos propios de los cómics de superhéroes, sin llegar a ser la Afroyaya una superheroína pura. «Las editoriales no sabían ubicarla, ellas buscaban una línea y mi cómic no encajaba en ninguna», afirma Lajarínez.

Finalmente, fue la editorial Gotas de Luz la que apostó por el cómic, que ahora goza de una tremenda recepción por parte del público y ha renovado las ilusiones del autor por este proyecto. El número dos de la Afroyaya ya se está cocinando y Lajarínez espera que para finales de 2018 esté listo. «La acogida a nivel de cariño ha sido tan chula y tan sorprendente para mí que me ha dado ánimos para seguir con el tema, porque la verdad es que lo saqué por pena a que un proyecto por el que sentía tanta simpatía muriera en el cajón. Que esto esté saliendo así es un regalo», concluye el autor.