Las Cortes declararon mayor de edad a Isabel II, aunque sólo tenía trece años. Los moderados con Narváez al frente, gobernaron durante un decenio. Hechos importantes fueron la reorganización de la Hacienda, la creación del cuerpo de la Guardia Civil, la Constitución de 1845 y el Concordato de 1851 con el papa.

Otro hecho ocurrido durante el gobierno de los moderados (ahora serían de centro, aunque todos, izquierdas y derechas, quieren ser el centro) y que tuvo consecuencias fue el matrimonio de la joven soberana. Pensaban muchos que el enlace de Isabel con el conde de Montemolín, hijo de don Carlos, era la mejor ocasión para resolver la batallona cuestión dinástica. Pero la reina, siempre caprichosa, casó con su primo Francisco de Asís de Borbón. En vista de ello, los carlistas catalanes (como siempre) volvieron a empuñar las armas y proclamaron rey a Montemolín, con el nombre de Carlos VI. No había unión entre los moderados y ello motivó su ruina. Se apartó del partido hasta Narváez que, con O´Donnell, Serrano y Espartero, se alzaron contra el gobierno en Vicálvaro, a los que se unió Cánovas del Castillo, redactando el Manifiesto de Manzanares, en que pedían apoyo a la nación. Uniéronse a ellos los progresistas y triunfó el pronunciamiento. La reina tuvo que llamar a Espartero (conocido por los genitales de su caballo) y encargarle la formación de un gobierno progresista. Dos años estuvieron estos en el poder, pero su gestión fue desafortunada. Todo un jaleo por culpa de Cupido, dios del amor, que lanza sus flechas con un ojo tapado y otro abierto, prefiriendo los meses estivales, ya que a la orilla de la playa el personal se despelota y da rienda suelta a los pecados contra la castidad en noches de discoteca y desenfreno sin límites.

De la huerta murciana y sin ningún parecido con la reina Isabel II de los españoles, afortunadamente, surge, como una rosa, la belleza lozana de la genial fotógrafa Ana Bernal. Una señora exquisita que se involucra en todas aquellas actividades que sirven para glorificar la tierra que la vio nacer: cuadrillas, peñas, tertulias e incluso asociaciones gastronómicas femeninas, cuentan con su solemne presencia, inteligencia y serenidad. Figura imprescindible en la sociedad murciana actual, a la que retrata magistralmente en todas sus facetas. Una señora que pone de manifiesto que la nobleza no es patrimonio de la cuna. Toda una reina para la Murcia de hoy.