La compañía murciana Doble K Teatro trae hasta la Semana de Teatro de Caravaca su adaptación de Yerma, de Federico García Lorca. Se trata de una de las obras de la trilogía lorquiana sobre el ambiente rural. Es el instinto frente a la represión, ya que Yerma -protagonista del texto- quiere ser madre para sentirse realizada, pero no consigue concebir, y por eso termina odiándose. Por un lado, a través de un gesto radical, se libera de la esterilidad de Juan, aunque no de su tragedia personal. Por otra parte, la determinación de Yerma de matar a Juan obedece en parte a su deseo de cumplir con una función impuesta por la sociedad del momento; quiere tener hijos como las mujeres casadas que viven a su alrededor, pero al no poder tenerlos se libera de la carga matando a su marido.

Conversamos con Alfredo Zamora, que interpreta a Juan (marido de Yerma) y director de Doble K Teatro.

¿Qué se van a encontrar los espectadores en esta versión de Yerma, obra de García Lorca?

Se van a encontrar un espectáculo que hemos puestos en manos del director murciano Javier Mateo, alguien en quien confiamos plenamente y cuya trayectoria nos gusta mucho -además, ya hemos colaborado con él en otras ocasiones y estamos muy contentos con su trabajo-. Se trata de una versión de Yerma, digamos de una visión actual; no quiero decir moderna en el sentido de rupturista, ni vanguardista, pero sí una visión moderna. Es la respuesta a la pregunta qué sentido tiene hacer Yerma en el año 2017. Encontramos una carga muy fuerte en lo audiovisual, con unas imágenes muy potentes, con una Yerma absolutamente empoderada; así podríamos definir a esta Yerma. En definitiva, una visión muy fuerte, muy femenina y muy visual.

¿Cómo fue elegir una de las tragedias de ambiente rural de Federico García Lorca?

R Porque se trata de uno de los textos universales. Es un poema trágico. Buscábamos un material que conmoviera al espectador, y si algo tiene la tragedia de Yerma es que toca la fibra, toca la piel y eriza. Queríamos un trabajo muy potente para Inmaculada Rufete, al fin y al cabo es la cabeza interpretativa de la compañía, y queríamos un papel en el que ella estuviera cómoda, y en ese sentido lo hemos conseguido. Inmaculada hace una interpretación sorprendente y que toca mucho la sensibilidad del espectador.

Se estrenó a principios de año. ¿Cómo fue el trabajo de preparación?

Fue un trabajo estupendo. Encerrarse seis actores con Javier Mateo para preparar un texto de García Lorca es sensacional; y a partir de ahí nada más que podían pasar cosas buenas. El ambiente era muy bueno, y somos un grupo de profesionales jóvenes pero con una trayectoria dilatada, que ya nos conocíamos y teníamos una buena relación en lo personal. Además, trabajar con Javier es una delicia, por lo que el proceso de preparación ha sido fácil. Los actores han sido generosos tanto en su talento como en el esfuerzo. Y si todo eso lo juntamos con una herramienta tan hermosa como la palabra de García Lorca, pues el proceso creativo del espectáculo ha sido una delicia.

¿Hay proyecto de continuar con Bodas de sangre y La Casa de Bernarda Alba para completar esa trilogía lorquiana?

No está en nuestras intenciones. No hemos querido acercarnos a la trilogía, simplemente a Yerma por el universo femenino del personaje y por la protagonista, Inmaculada. Ahora mismo en principio no tenemos como objetivo continuar con la trilogía. Es posible que regresemos al universo de Lorca en un futuro, pero no por la trilogía de la tierra, sino por otros lados.

Interpreta a Juan en la obra, ¿cómo es tu papel?

Le hemos dado una visión a Juan muy bonita, gracias al trabajo de Javier Mateo. Veníamos de unos Juanes muy violentos, incluso llegando al maltrato que justificaba las acciones de Yerma contra su marido. En ese sentido, a la hora de ajustar el personaje, hemos buscado a un hombre paciente que quiere mucho a su mujer y que la cuida. Realmente la explosión de Yerma es contra todo el mundo, contra la naturaleza y contra los que la rodean, pero no está justificada. Todo nace y muere en ella misma. Yerma esta peleada con el mundo, por eso hemos buscado a un Juan con una bonhomía muy especial, que intenta ser comprensivo con su mujer y que la cuida; eso sí, con la visión que tenían los hombres en el año 1934. No deja de haber un halo de machismo en el trato que tiene Juan con Yerma, pero hemos querido erradicar del personaje de Juan cualquier atisbo de violencia de género.

¿Podemos trasladar Yerma a nuestro tiempo, pero en el caso inverso?

Actualizar Yerma a nuestro tiempo es bastante complicado porque hoy ser madre sí es una opción. En el año 1934, cuando García Lorca escribe Yerma, cuando no eras madre te señalaban por la calle, estabas marcada. Ahora mismo, afortunadamente, con los aires feministas que soplan sería imposible. Existen casos de personas a las que no poder ser madre o padre les provoca un fuerte conflicto personal, pero sí que es verdad que lo que no hace la sociedad es señalarte por ello.

Háblenos de sus próximos proyectos.

Ahora mismo estamos en la sala de máquinas. En estos momentos estamos de gira con Yerma y con otros espectáculos anteriores. Estrenamos hace cinco años Casa de muñecas, de Ibsen, y a principios del 2018 vamos a reponer ese espectáculo haciendo una pequeña gira. Ese es el proyecto más inmediato. Los siguientes -que los hay-, están todavía en la sala de máquinas.