Se hacía acompañar el Capitán Trueno en sus numerosas aventuras de su amada Sigrid, reina vikinga de Thule. Se decía por aquellos jóvenes años que Sigrid fue la primera sueca en enamorar a los españoles. En ocasiones, el valiente caballero español, también se dejaba acompañar del príncipe Gundar, vikingo de casco con cuernos y enamorado silente de la rubia Sigrid.

Los vikingos eran marinos por naturaleza; hombres rubios, de fuerte complexión y ojos azules, tenían como notas distintivas la pasión por la guerra, la lealtad en los compromisos y un profundo respeto a la mujer. Eran guerreros feroces. El cultivo de la tierra les parecía ocupación indigna de un hombre y la dejaban en manos de esclavos y de siervos. Formaban bandas guerreras que peleaban a las órdenes de un jefe libremente elegido. Se desplazaban por los mares turbulentos desde los países nórdicos a bordo de sus ligeras naves denominadas drakkar y adoraban a ídolos como Thor y Odin, dioses de la guerra, siendo su máximo orgullo morir con la espada en la mano para entrar así en el paraíso o ´walhalla´. Vikingos suecos y daneses, asolaron las costas de Francia, Inglaterra e Italia, surcando los grandes ríos y arrastrando sus drakkar llegaron hasta Constantinopla, Jerusalén y Bagdad y se adentraron por el Guadalquivir hasta Sevilla y las costas españolas.

Mentes calenturientas llegan a decir que fue Erik el vikingo el primero en llegar hasta las costas americanas para dejar a Colón y a la reina Isabel la Católica en mal lugar, Leyenda Negra a fin de cuentas.

El periodista Francisco Martínez Campos tiene mucho de guerrero aunque no sea vikingo. Diríamos que es un bravo luchador paciente, ya que con la pluma o el micrófono; ante las cámaras o en un despacho oficial ejerce su profesión con valor y echando toda la carne en el asador, fiel a sus compromisos. Es paciente, pues aguanta en sus interviús chaparrones y sandeces como olas enormes de políticos y lugareños trasnochados. Un hombre, un caballero sin tacha, como el Capitán Trueno, que tiene como armas la razón y la pluma en aras de su gran pasión: el periodismo. (En la imagen adjunta Francisco Martínez Campos al frente de sus aguerridos muchachos).