Tajmo era un proyecto inevitable: los músicos que están al frente ( Taj Mahal y Keb' Mo') son dos caras de la misma moneda. Empezaron en diferentes décadas, pero su sonido es similar: acústico con raíces blues abarcando diferentes estilos, incluyendo versiones inesperadas.

La idea del proyecto surgió en 2015 en un concierto de homenaje a Gregg Allman en Atlanta. Taj Mahal (Henry Saint Clair Fredericks) y Keb Mo (Kevin Moore) cubren lo áspero y lo suave del blues. Tienen la química de los dúos de blues de antaño, y la empatía se mantiene en el sonido austero pero con groove. Así, All Around the World , una celebración de la esperanza con la que llegaron al final de su magnífico concierto, rezuma fraternidad soul y r&b; That's Who I Am muestra un alado ritmo funk, cortesía de una seción rítmica muy r&b, y también hay funk acústico ( Don't Leave Me Here).

En definitiva, Tajmo es golosina para las orejas. Suenan compactos, cómplices; parece que llevaran toda la vida trabajando juntos. Ese diálogo musical tan natural y fluido hace olvidar que suelen trabajar fuera del blues con mucha frecuencia. Quizás suenan más al 'Americana' que a blues. No sorprende, ya que ambos artistas han recorrido géneros durante años, del blues al country, al folk y al rock 'n' roll.

La banda arrancó con Señor blues y una hiperenergética línea de bajo que iba incorporando la trompeta hasta que entró Taj Mahal en el escenario agitando unas maracas. No hubo mucho parloteo escénico entre los dos bluesmen. Sólo un desfile de magníficas guitarras, mandolinas (¡y un banjo!) y mucha música.

Viéndolos, nadie diría que el blues es un género con mucho componente de tristeza, porque no se les borró la sonrisa en toda la noche. Flanqueados por una banda que incluía dos hijas de Taj Mahal como coristas, estos gigantes del blues tocaron bastante material de su nuevo álbum, algunos clásicos reimaginados ( Government Cheese de los Rainmakers, una canción que habla sobre el paro, puro Steely Dan), y standards del blues sobre mujeres testarudas ('ah, las mujeres', exclamaba con admiración el viejo Taj) y cosas así, entre crescendos de trompeta, boogie-woogie al piano, aullidos de saxo y delicias guitarreras, incluídos slide varios cortesía de Keb' Mo'.

Sentado durante la mayor parte del concierto, a sus 70 y pico años, Mahal mostró su capacidad pulmonar a la armónica y a la voz en Don't Leave Me Here. Alternaba la voz principal con Keb' Mo', que también estaba en plena forma y disparó algunas ráfagas punzantes de blues de Chicago desde su guitarra.

La declaración de identidad That's Who I Am resaltó la parte blues de su estilo rhythm and blues, pero la interacción entre trompetas, armónica y voz transmitía fuerza y actitud soul.

Ambos cantaron en una versión de Diving Duck Blues de Sleepy John Estes, que Mahal grabó por primera vez en su debut epónimo de 1968, puro blues tradicional, 'blues del campo, muy viejo', decía Taj, que estuvo chapurreando su español aprendido aquí como músico callejero. Mahal a la guitarra acústica y Mo' con una Resonator, desafiándose relajadamente mano a mano. La canción decía algo así como 'si el río fuera whisky y yo fuera un pato, estaría siempre sumergido y no saldría nunca'.

Siguieron ellos solos un par de canciones más ( Every morning, Am I wrong), como si estuvieran tocando bajo un porche. Pureza total. Luego volvió a salir la banda.

Pop directo y country blues

Otra estrella de la velada fue la exquisita versión que hizo Mahal de Take a Giant Step (Carole King/Gerry Goffin), titular de su álbum de 1969. Pop directo desde el Brill Building con aromas de country blues.

Después de la pausa para presentar la banda, la música viró hacia un blues-funk que levantó a la gente de sus asientos e hizo que muchos invadieran el foso.

El contoneo de hombros de Mahal en She Caught the Katy aumentó la necesidad de bailar; así que la siguiente pieza, Om Sweet Om, con su ritmo ondulante que invita a disfrutar de la naturaleza, calmó los ánimos, la voz y la guitarra de Keb' Mo invitaban a la contemplación pacifista.

Con Gimmie what you got llegó el funk, número incluido del bajista Stan Sargeant, con su alegre golpeteo de bajo. Uno de sus técnicos no pudo resistir el ritmo y se asomó a marcarse unos pasos junto a Mo'.

Mahal cantó luego su Going up to the Country, Paint My Mailbox Blue con voz exuberante a medio tiempo, mientras entusiasmado le decía a Mo '¡toca, toca!'. Y llegaron canciones nuevas como All Around the World, que tiene un fervor gospel. El público pasaba de la serenidad reflexiva al despendole, que son los dos extremos del espectro blues.

En el bis hicieron Soul, una especie de 'Kokomo' del siglo 21, con un infeccioso ritmo caribeño, que cita ciudades de todo el mundo. Un concierto impecable. Varias cosas quedaron claras desde el principio: estos dos caballeros se lo pasan realmente bien juntos construyendo la música, atento cada uno a lo que el otro ofrece para después servir su propia delicia a beneficio del resultado. No es una competición, sino más bien dos maestros, dos amigos que se admiran mutuamente viendo a dónde les lleva la música para regocijo del público.

Hubo pasión, tensión, sentimiento: todo eso que exige el blues y que ellos hacen parecer fácil. De lo mejor que se ha visto en Jazz Sanjavier en años. Gran espectáculo para celebrar su 20 aniversario.

Pegasus

Les precedieron Pegasus, músicos que transmiten con el corazón aquello que más les gusta hacer, y que habiendo transcurrido por una excelente carrera profesional, han conseguido consolidarse dentro de su género como máximos referentes. Les acompañó por vez primera la versátil cantante norteamericana Monica Green con su imponente voz; se mueve en géneros como el soul, el jazz o el gospel. Empezó su intervención en la segunda mitad del show con On Broadway, que popularizaron los Drifters, y su gran momento fue un cover de Natural woman, que cantara Aretha Franklin. Si al principio costó encajarla en un grupo netamente instrumental, poco a poco se fue calentando y proporcionó cierta frescura al conjunto, bailando la 'Conga con ganas' y animando al público, y concluyó con una versión cantada de Spain de Chick Corea.

Pegasus, virtuosos del jazz-rock y el rock progresivo, hicieron un recorrido por temas de toda su carrera, eligiendo entre composiciones de cada uno de los músicos, en un espectáculo fresco, energético y cómplice que puso de manifiesto la filosofía que siempre han practicado: pasarlo bien haciendo la música que les apetece. Sus composiciones instrumentales, que funden líneas melódicas diáfanas y sentido de la experimentación, tienen una declarada filiación mediterránea. Música con inconfundible sello. Todo sigue en su sitio.