Los grandes cambios sufridos por la sociedad en el orden económico durante el siglo XIX merced al vasto desarrollo de las instalaciones industriales y de los medios de transporte, trajeron consigo radicales transformaciones en la estructura social.

El movimiento obrero necesitaba un cuerpo de doctrina en que apoyarse para la reivindicación de sus derechos, y de dárselo se encargó un grupo de intelectuales (pensaban tanto, que nunca encontraban tiempo para ir al barbero).

El principal de ellos fue el prusiano Karl Marx, padre de la doctrina marxista, en la que defiende la lucha de clases y la interpretación materialista de la Historia. La doctrina marxista o socialista propugna que la tierra y los elementos fundamentales de la producción han de ser propiedad común, como primer paso para llegar a la abolición completa de la propiedad individual, que es el objetivo al que aspiraban y aspiran los nostálgicos del muro de Berlín y el comunismo de soviéticos, chinos y coreanos del norte, entre otros.

Por el contrario, Rafael Martínez Roldán, maestro retirado y hombre popular en Murcia desde mediados del siglo pasado, es un defensor a ultranza de la propiedad individual: «El marisco para el que se lo trabaja» es el lema que tiene por bandera este murciano ejemplar nacido en la calle de Sagasta. La filosofía de don Rafael pasa por la comprensión y el diálogo, aprendidos en sus tiempos de practicante del boxeo en la lona del cuadrilátero. Mientras que Karl Marx (en Murcia, Carlos) gustaba de pasar su tiempo pensando y escribiendo El Capital y el resto de sus numerosas obras, Rafael Martínez Roldán disfruta ante un suculento cocidito madrileño, una docena de rojas gambas a la plancha y algún quinto de Estrella de Levante, preludio gastronómico para dar rienda suelta a su gran pasión: la Fiesta Nacional.

El mundo del toro y los toreros es sin duda su verdadera filosofía vital, sin dejarnos en el tintero otra gran afición: el coleccionismo de plumas estilográficas. Marx y Engels seguramente no iban a la playa en verano, ya que el primero nunca gozó de estabilidad económica debido al largo tiempo que dedicaba al estudio, aunque contó siempre con el apoyo de su buen amigo Engels que tenía posibles e incluso criada.

Rafael Martínez Roldán fue pionero en la torrevejense playa de La Mata, cita obligada cada verano, a la que acude hecho un pincel, ya que desde mozo se ha vestido en la exclusiva tienda de Roger, lo que hace que nunca pase desapercibido entre la gente de izquierdas, de centro o de derechas.