Si hay una época del año en la que debemos extremar las medidas de seguridad con los alimentos esa es el verano. Las altas temperaturas pueden causar estragos en la comida si no la conservamos o manipulamos bien, y ésta nos puede pasar factura haciendo que pasemos unos días en el hospital por una intoxicación o una gastroenteritis aguda. Para que esto no suceda el servicio de Seguridad Alimentaria y Zoonosis, dependiente de la Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Salud, ha reforzado los controles e inspecciones en las zonas turísticas, poniendo el acento sobre los restaurantes y chiringuitos de playa, los mercadillos semanales y las industrias.

El jefe de Seguridad Alimentaria, Jesús Carrasco, reconoce que el trabajo de prevención que realizan suele pasar desapercibido, aunque es fundamental. Para que los productos lleguen perfectamente a la mesa llevan a cabo más de 10.000 inspecciones al año, «aunque en esta época nos centramos más en la costa, donde la población se llega a multiplicar por cuatro» y ponen el foco en los puestos ambulantes de los mercados y los chiringuitos, ya que existen más riesgos que en un establecimiento fijo cerrado que funciona de forma regular durante todo el año.

Para ello hacen un refuerzo de inspectores durante los fines de semana de julio y agosto con equipos formados por dos personas que son quienes realizan las visitas y levantan acta de lo que encuentran. Durante estos veinte días de controles se pueden realizar cerca de 200 visitas, aunque Carrasco asegura que la presencia de los inspectores tiene efecto sobre los vendedores de los mercadillos, ya que se corre la voz de que están en la zona e intentan tener a mano todos los permisos que les van a pedir. En estos casos se comprueba la documentación de los productos, que cumplen las normas de refrigeración, agua potable e higiene.

En el caso de que detecten que existe riesgo sanitario se intervienen y decomisan los productos y si es necesario se puede llegar a suspender la actividad del establecimiento y abrirle un expediente sancionador. A lo largo de un año se pueden producir 120 decomisos y suspensiones de actividad en el ámbito de la restauración, superando los 200 expedientes sancionadores.

El jefe de Seguridad Alimentaria y Zoonosis destaca que en cada época del año se acentúan las inspecciones sobre un ámbito concreto y mientras que en estos días se centran en la costa y zonas turísticas, en mayo van más dirigidas a los salones de celebraciones por las comuniones.

Escuelas y hospitales

El ámbito de actuación de los inspectores de Salud Pública es muy amplio, ya que además de controlar los establecimientos de restauración supervisan los comedores escolares y de residencias, las cocinas de los hospitales o las industrias cárnicas y mercados. Por ello, Jesús Carrasco destaca que «la ausencia de problemas es un indicador de que se hace un buen trabajo», al tiempo que recuerda los gastos que se pueden llegar a ahorrar. «Cada vez que evitamos una salmonelosis se evita que una persona esté de baja, las gastos médicos de su ingreso y se descongestionan las Urgencias». Una labor gracias a la cual podemos disfrutar tranquilos de las vacaciones.