La forja de un cineasta

No ha cedido en su empeño ni dado un paso atrás. Desde hace muchos años, Juan Manuel Chumilla Carbajosa tuvo siempre por objetivo hacer cine en Murcia, crear un cine autóctono, una misión casi imposible, por seguir con una referencia cinematográfica, dadas las singularidades culturales de nuestra región. Es un cineasta batallador y en su pelea personal aparece y desaparece, guadiánico, pero siempre está ahí. A punto de estrenar, este otoño, su noveno largometraje, Regreso al horizonte, de nuevo con sabor murciano, otra vez la proeza. Algunos amigos han tenido la suerte de ver la cinta en pase privado. Hace un par de meses, en un encuentro de Filmotecas en Barcelona, organizado por la de Cataluña, estudiando la problemática de estas instituciones oficiales en relación con las ayudas recibidas en sus respectivas Comunidades, una página en pantalla nos decía que la Comunidad Autónoma de Murcia era la única sin dotación presupuestaria para la producción cinematográfica. Aquí se ayuda al cine de otra manera, seamos sinceros, pero estoy de acuerdo con Chumilla: no es bastante.

Al cineasta de Cartagena le conozco decenas de años, desde que se presentó a un concurso de cortometraje de la CAM con una película en Super 8, Berenice, en un intento de argumentar con un cuento de Poe. Se dejó, a partir de ahí, toda otra labor profesional, estudió en Roma, y se fue forjando una carrera muy meritoria. Rodando en condiciones pobres, pero rodando al fin y al cabo. Siempre queriéndolo hacer desde Murcia y para Murcia. Lo consiguió en el 92 cuando dirigió, aprovechando el boom económico-cultural, El infierno prometido, una película, según propia manifestación sin fin, inacabada.

Ha realizado documentales de verdadero interés y participado en una selección de jóvenes realizadores promocionados por la gran figura que fue Elías Querejeta. Chumilla se ha visto apoyado por algunos 'raros' del cine en Murcia, sobre todo Ginés García Millán, ejemplo de entrega profesional; también Antón Valen o Pepa Ainorte. Y siempre su lucha en solitario; solo ante el peligro, por seguir por la denominación de origen cine.

Chumilla es un cineasta muy particular; un autor original en sus preceptos cinematográficos; con una simbiosis estudiada que hace del documental un argumento y a la inversa; grandes obras maestras del cine y sus autores han empleado esta técnica, este procedimiento que es de mi interés, también cuando nace de la mano de Chumilla. Me gustaría un día hablarlo largo con él; coincidimos en muchas ilusiones.