Que el llamado cante minero encontrara su asiento (nacimiento) natural en la Sierra Minera de La Unión, también llamada de Cartagena, no fue una casualidad, pues la minería en esta zona lleva sobre sus espaldas una antigüedad de tres mil doscientos años; así pues Cartagena, y más tarde La Unión, siguiendo el curso de la Historia, tienen su principio, y su ubicación natural, en la costa levantina, por el año 1.184 a. de J.C., coincidiendo con la llegada de Teucro, hijo de Telamón, a lo que antiguamente fue Mastia y algo más tarde ciudad cartaginense.

Evidentemente, este simple dato sobre la minería ya nos pone en antecedente de que muchísimos años después, en razón a las labores que se desarrollaron en la sierra, en lo musical surgen, en la inmensidad del flamenco, unos cantes propios rebosantes de originalidad. Pero no podríamos pasar de puntillas por lo puramente musical, o sea del meollo de los cantes autóctonos de esta zona, sin que antes nos sumerjamos en la historia de la ciudad 'Alucinante'; y, puestos en ello, para estar al día, debemos apuntar que la persona más adecuada sea el malogrado -y recordado- cronista oficial de La Unión, Asensio Sáez quien dejó escrito que: «Asomarse a la historia de la ciudad es salir al encuentro inmediato de dos etapas distantes, totalmente diferenciadas. La primera, inmersa en la Edad Antigua, va íntimamente ensamblada a la historia de Cartagena, pues tierra cartagenera resulta ser entonces el suelo a cuyo lomo hoy se levanta La Unión. La segunda ya en el siglo XIX, segregada La Unión del término municipal de Cartagena. Con la promulgación por Fernando VII de la ley de protección minera, aparecen los primeros 'partidarios' -aventureros de las minas-, que, al amor a la plata, formaban 'partida'. Fiebre de plata. Inmigración de los grupos mineros andaluces con sus familias. Arturo Pavón traza la viñeta musical del paso de las caravanas 'por los caminos polvorientos y altas serranías'. Fernández de la Torre comenta así la pintoresca: 'El desaliento se apodera muchas veces de los emigrantes. ¿Retroceder? ¿Volver a la mina andaluza, al hambre y la miseria? El hombre se detiene, se sienta al borde del camino y seca el sudor de su rostro'».

El cronista, en su comentario, se adentra en la segregación que a mediados del diecinueve afecta al término municipal de Cartagena, y lo explica así: «Crecen los poblados mineros: Herrerías, Portmán -el Porto Magnus de los romanos- el Garbanzal y Roche solicitan su segregación del término municipal de Cartagena. En el Ayuntamiento de La Unión se conserva el documento en el que se señala el Garbanzal como cabeza del nuevo municipio. Corre el día de San Silvestre de 1859. La primera sesión del nuevo Ayuntamiento se celebra al día siguiente bajo la presidencia de don Antonio Sáez».

Pero aunque no fallida la creación del nuevo municipio por la designación del Garbanzal como capital, Asensio Sáez pone todo su interés en dilucidar el encuentro -desencuentro- poco amistoso habido entre los propios del Garbanzal y Herrería, en franca competencia por asumir la capitalidad del nuevo municipio, situación que propició un enconado enfrentamiento; y así lo explicaba el cronista: «No se hacen esperar los problemas planteados por supuestas supremacías: los del Garbanzal, tendiendo a conservar la capitalidad del municipio; los de Herrerías, insistiendo en una reconcentración de la vida municipal en su demarcación. Tan graves los rencores y las rencillas que Prim envía a Milán del Boch a Herrerías. Milán del Boch convoca una reunión, a celebrar en la llamada Fábrica de los Morenos, a las más relevantes personalidades de ambas demarcaciones. En la misma, Milán del Boch propone, por borrar definitivamente todo signo de rivalidad, la fusión de Herrerías y el Garbanzal en una única villa, simbólicamente bautizada con el nombre de La Unión, más tarde ciudad por real decreto del 6 de febrero de 1887. Su emblema heráldico, pico, pala y lámpara minera y, sobre cresta de montaña, un vuelo trajinero de abejas».

Desde finales del diecinueve hasta las dos primeras décadas del siglo XX La Unión fue célebre a nivel mundial por sus minas, y aunque años después la decadencia pudo haber ralentizado su presencia en el ámbito industrial, cuarenta años más tarde la ciudad minera retoma su carisma y esta vez lo hace a través de la música, pues la celebración del Festival del Cante de las Minas, le ha devuelto su prestigio internacional, y como símbolo que representa a La Unión y sus minas, el Festival concede, como máximo galardón, la Lámpara Minera.