Antonio Campillo. 2009. Escultor.

Autor. Ángel Ferández Saura

Con la tierra mullida y húmeda

Algunos nos desgañitamos pidiendo para Murcia la denominación de origen: país de la escultura. El escultor Antonio Campillo (Era Alta, Murcia, 1925-Murcia, 2009) también lo hace desde la ausencia y su generosidad. La historia del maestro es sencilla, como él mismo; nacido en la huerta encontró los diferentes barros que los convirtió en bronce que son oro, como esa Medalla de la Región de Murcia que le concedieron a sus méritos artísticos, hoy tan devaluada por las últimas concesiones. Barro que en Murcia es variopinto; según la zona, según para qué; los belenistas populares dejan la fauna del belén pobre con paticas de alambre en corderos, cerdos y aves de corral por esa razón de oficio. Lo aprendió pronto Campillo y amplió sus conocimientos juveniles al lado de la gran figura de la escultura en Murcia, Juan González Moreno; maestro y amigo. Repasar la obra de los dos escultores de la época de Italia es tocar el cielo del volumen, la forma y la tradición barroca del modelado.

Campillo marchó a Madrid con una beca de aquella Diputación fértil a realizar sus estudios; estuvo después en la Escuela de AA.OO de Córdoba muchos años volviendo a la de Madrid ya como catedrático. Iba y venía a Murcia; con su bandolera y sus humildades. Durante años modelaba una pieza pequeña en su buhardilla y con los ahorros de sus nóminas fundía algún ejemplar a bronce. Con Carpe, su amigo, y otros artistas, tuvieron un estudio más grande en Madrid; allí fue cuando, en los 70 modeló las aguaderas de la Plaza de España de la capital del Reino. La popularidad del escultor y su máxima querencia a la tierra (se le nombró Hijo Predilecto) llegaría más tarde cuando contó con la ayuda necesaria para crear la Fundación que lleva su nombre; el Museo que cedió a Ceutí; el parque Campillo en la capital que, aunque no se publicita lo suficiente, existe hermoseando los nuevos ensanches urbanos. Campillo pudo ser y lo fue, un artista muy desprendido con su tierra y su gente. Se pueden ver sus esculturas repartidas en algunos lugares estratégicos del municipio. Fue un ejemplo.

Todo se engrandeció en su entorno en los últimos tiempos gracias al empeño y cariño de Juan Pérez Ferra que estuvo atento al gran trabajo hecho en torno al completo de su obra, que no escapa a la imaginería. La escultura es para tocarla y así lo hace el escultor en la magnífica foto de Saura, como nosotros tocamos su recuerdo.

Juan Bautista Sanz