Fernando Virgilio Martínez Corbalán (Cehegín, 1998) era un futbolista rápido. Jugaba de extremo y gracias a su velocidad, llegó a despuntar con el balón en los pies. Pero hace poco más de un año se encontró con que no había en su pueblo un equipo de su categoría donde seguir jugando y dio un giro a su vida deportiva: «Yo no tenía pensado hacer atletismo, pero para seguir practicando algún deporte, un día me acerqué a la pista», recuerda este joven estudiante del IES Vega del Argos. Bajo la batuta de Rosendo Berengüí, Martínez empezó a probar distintas distancias hasta que se especializó en los 200 metros. Las marcas salieron rápidamente, mucho más de lo esperado, y muy pronto alcanzó un 21:46 que le abrió muchas puertas. De la nada llegó a ser el número uno del ránking nacional juvenil, el decimocuarto absoluto y a lograr el pasaporte para el Campeonato del Mundo con el vigésimo registro. El peldaño que muchos atletas suben después de unos cuantos años de trayectoria deportiva, él lo había superado en apenas 365 días. «Las pruebas de velocidad son las que más dificultades entrañan, ya que unas décimas o centésimas te cuentan para ir a un campeonato», dice Fernando Virgilio, a quien los nervios le jugaron una mala pasada en el Campeonato del Mundo: «Llegué con la vigésima marca y acabé el 40, pero me quedo con la experiencia de competir a nivel internacional por primera vez en mi vida», recuerda.

Esta temporada ha dado el salto a la categoría júnior, lo que entraña dificultades para cualquier atleta de su edad. Sin embargo, este ceheginero que ya no piensa volver al fútbol para dedicarse en cuerpo y alma al atletismo, lleva un camino andado, puesto que tiene las mínimas para los nacionales de pista cubierta de su categoría y también el absoluto, así como para el de aire libre júnior de este verano. «No me quiero marcar metas, pero los Campeonatos de España ya están asegurados. Ahora el objetivo es mejorar la marca que tengo ahora mismo, que es complicado», dice.

Entrenamientos tres días a la semana en la pista, una jornada de gimnasio y competiciones. Así se desarrollan las semanas de este joven estudiante que este mes de junio también tiene que afrontar la selectividad. «Es bastante complicado compaginarlo todo. Normalmente llego a mi casa a las nueve de la noche y no tengo tiempo para nada», expresa.