Víctor Gálvez se siente cómodo en el aplauso. Se vio el pasado 15 de abril tras la remontada frente al Extremadura. Su puesta de largo como presidente murcianista no pudo ser más perfecta. Nueva Condomina pasó de la decepción del 0-2 a la locura del 3-2 en el último segundo, y el oriolano se vino arriba cuando abandonaba el estadio murcianista. Bajando las ventanillas de su Porsche, el empresario y su mujer no dudaban en sacar los brazos para saludar a los aficionados que les coreaban. Su aterrizaje en el Real Murcia no podía tener un mejor comienzo. La continuación también estuvo a la altura. Una semana después, en Badajoz, los de Salmerón volvían a sumar tres puntos con un gol en el 89, y Víctor Gálvez no pudo quedarse al margen del subidón. Por primera vez en muchas temporadas, un presidente compartía la foto de la victoria con los jugadores. En el vestuario, como el verdadero protagonista del triunfo, el alicantino se sentía como pez en el agua.

Abril, el mes que impulsaba a Gálvez al trono del consejo de administración del club murciano, y al equipo al play off de ascenso, dio paso a mayo, y los subidones acabaron de repente para devolver al Real Murcia a su realidad, la de las decepciones y las malas noticias. Las derrotas en casa frente al Betis B y al Linense no aventuraban nada bueno. Pese a no haber nada en juego, las sensaciones no eran las mejores para llegar a la fase decisiva, sin embargo, pese a que en el club lleven varias semanas intentando ocultar que el verdadero play off no está ni estará en el césped sino en los despachos, la ilusión de dar el salto de categoría permitía dejar en segundo plano los reveses que seguían ocurriendo en las oficinas de Nueva Condomina, donde los empleados siguen acumulando meses y meses sin cobrar, donde las facturas no dejan de llegar, donde Chrisantus se quejaba de recibir la visita de la policía porque el club no abona el alquiler y donde la plantilla pedía respuestas sin recibir una frase distinta a «tenemos un plan».

Quince días le ha durado a Víctor Gálvez la bala del ascenso a Segunda División. Quince días en los que las malas noticias del césped se han agravado con la decisión del Consejo Superior de Deportes de no resolver sobre quién es el dueño del Real Murcia hasta que el TAS no se pronuncie, una comunicación que solo ha hecho crecer el nerviosismo y las dudas dentro de las oficinas de Nueva Condomina, y es que el presidente murcianista se encuentra ahora en la tesitura de si seguir pagando facturas y nóminas pese a no tener la certeza de ser el dueño del Real Murcia o cerrar el grifo a la espera de que el TAS resuelva sobre el conflicto abierto por Raúl Moro al vender el club en dos ocasiones, por un lado a Mauricio García de la Vega, quien ejecutó el contrato de compra el 7 de marzo; y por otro al propio Gálvez, que el 10 de abril enviaba a los medios un comunicado en el que confirmaba que había adquirido el paquete accionarial del extremeño. De elegir la segunda opción, la posibilidad de liquidación estaría más cerca que nunca.

El oriolano hizo una jugada arriesgada, pero las opciones de los granas de jugar el play off y los buenos números que convertían a los de Salmerón en un equipo en plena forma, respaldaban el movimiento del empresario alicantino, a quien no solo no le importó la disputa abierta entre Moro y García de la Vega sino que se metió en ella como un elefante en una cacharrería.

Pero el sábado se confirmaba que el cielo de la Segunda División deberá esperar. La derrota y eliminación en el Martínez Valero cerraba una semana para olvidar de Víctor Gálvez. Todo comenzaba el domingo 20 de mayo.

La derrota en Nueva Condomina frente al Elche (0-1) suponía un auténtico revés. Aunque desde el club se centraron en la vuelta, en las posibilidades de remontada, a mediados de semana, Víctor Gálvez recibía un nuevo golpe. No era un gol en la meta de Biel Ribas, sino un comunicado del Consejo Superior de Deportes que suponía un auténtico revés para el gestor oriolano. El CSD no le reconoce por ahora como dueño del club tal y como había pedido el empresario tras comprar las acciones a Moro. El organismo esperará al proceso judicial abierto por Mauricio García de la Vega en el TAS. Algunas fuentes indican que la decisión podría alargarse hasta finales del próximo mes, por lo que la jugada llevada a cabo por Gálvez en abril crece en riesgos cada segundo que pasa, y el Real Murcia se encuentra en medio.

El empresario alicantino, como responsable del consejo, está obligado a asumir su responsabilidad y seguir tirando de chequera para abonar, si es que ya ha pagado marzo, las tres últimas mensualidades a los jugadores -abril, mayo y junio- si no quiere que el próximo 30 de junio la AFE tire de las orejas al club, y, eliminados del play off y sin posibilidades de ingresos por taquilla, el dinero solo podrá salir de su patrimonio.

De hecho, de no hacerlo, por el riesgo de que una decisión en contra del TAS le deje sin su despacho en el club y sin lo invertido hasta el momento en una 'casa' que compró sin tener la seguridad de poder hacerlo, Gálvez colocaría el cartel de 'en liquidación' en la puerta.