Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama. José María Salmerón vivió ayer uno de ellos. Y, en apenas 90 minutos, dejó KO el sueño de los más de veinte mil espectadores que se dieron cita en Nueva Condomina. Lo peor no es la derrota, tampoco la falta de juego, lo peor es el comportamiento de un entrenador que, error tras error, convirtió al Real Murcia en un equipo sin alma, indolente, derrotado de principio a fin. Quitando la superioridad defensiva demostrada por Molo y Charlie Dean, que evitaron un desastre mayor, los granas fueron una marioneta en manos de un Elche bien guiado por Pacheta, un entrenador que, a diferencia de su homólogo, no solo quiso ganar sino que además siempre buscó más. Solo hay que ver los detalles. Mientras que el almeriense eliminaba del tablero a Chrisantus, dejando a los murcianistas sin '9', el preparador ilicitano echaba más leña al fuego que ya ardía gracias a la incansable lucha de Sory. Benja, primero, y Nino, después, saltaban al terreno de juego triplicando las posibilidades ofensivas de un Elche que solo cometió un pecado, dejar vivo al Real Murcia con vistas al partido de vuelta.

El pecado de los ilicitanos es la única noticia positiva para el Real Murcia. Jugó un mal partido, no compitió ni un solo momento, vio como algunos de sus jugadores referencia, especialmente Santi Jara y Pedro Martín, no dieron la talla en una gran cita como la de ayer, y sumó su tercera derrota consecutiva en Nueva Condomina, pero, pese a todo, salió con un 0-1 que le permitirá afrontar la vuelta del próximo sábado con opciones.

Volvió el Real Murcia a su once de gala. Lo que hacía pensar que la caraja de las dos últimas derrotas en casa serían ya historia. Pero los optimistas pronto se dieron cuenta que con Salmerón es mejor ser realistas desde el principio. Por ningún sitio se vio a ese Real Murcia que sorprendió al FC Cartagena en el derbi con un inicio intenso, donde la presión deshizo a los de Monteagudo hasta el punto de hacerles hincar la rodilla. Tampoco se vio la reacción que llevó a la afición a vivir un día inolvidable en el choque frente al Extremadura. No habían transcurrido ni diez minutos cuando el pescado estaba vendido. La iniciativa sería de los visitantes, que destrozaban por medio de Manolín e inventaban gracias a un viejo conocido de la afición murcianista, Javi Flores. El andaluz tenía tantos espacios que se movía como pez en el agua, posiblemente pensando dónde estaban David Sánchez y Armando. Juanma, por su parte, bastante tenía con encontrar dónde ubicarse: en la media punta, en la banda derecha, donde Orfila sufría lo inimaginable; o en un centro del campo inexistente.

Tampoco daban oxígeno Pedro Martín y Santi Jara. El primero carecía de velocidad para hacer daño a Gonzalo Verdú y Neyder y el segundo se empeñaba en querer todo el protagonismo, perdiendo constantemente el balón y permitiendo el inicio del juego de un Elche que encontró la salida de emergencia en las botas de Josan. Si Forniés conseguía mantener en orden a Collantes, Orfila era incapaz de sellar el paso al ex del UCAM. De sus botas salieron las primeras opciones de gol de los visitantes, aunque no fueron aprovechadas por un Sory que en el minuto 20 se estrellaba con el larguero en el primer aviso para los murcianistas.

Tuvo que ser Chrisantus, ignorado en posiciones de ataque, el que sacara al Murcia de su letargo. Lo intentó primero con una rosca que se marchó fuera por poco y se inventó posteriormente una asistencia que dejó a Pedro Martín solo ante el portero. Fue en ese instante (40'), con el marcador 0-0, cuando se vio que el Real Murcia tenía la lección de Salmerón tan aprendida, que cualquier resultado que no fuese 0-0 no era válido. Por ello, el malagueño se permitió superar a José Juan de forma perfecta, y cuando ya tenía todo para inventarse el gol que más le gustara, cuando podría haber pensado que bailecito del Fortnite regalar a la afición, cogió y se dejó caer para fingir un penalti que le acabó costando la tarjeta amarilla.

No lo castigó Salmerón, que le regaló los 90 minutos; tiempo que no tuvo Chrisantus. Al nigeriano, ante la sorpresa de la grada, le tocaba desfilar hacia el banquillo en el minuto 61 mientras que Jara o Pedro Martín continuaban en el campo. Sin un '9' puro, Salmerón se encomendaba a un Elady que por mucha chispa, no logró encender la mecha.

Esa era la respuesta del técnico almeriense al primer movimiento de Pacheta, que en el 57 redoblaba sus opciones ofensivas con la entrada de Benja, que se sumaba a un Sory que seguía obligando a Charlie Dean y a Molo a sacar su mejor versión. Si Sory las fallaba a pares, el de Sant Cugat del Vallés solo necesitó diez minutos para desnivelar el partido. Tuvo suerte el jugador del Elche, pero cuando miras a puerta es más fácil hacer gol. Un disparo lejano, sin peligro alguno, se envenenó tras tocar en Charlie Dean y acabó donde nadie quería, dentro de la meta defendida por Biel Ribas.

Muchos pensaron que ese gol era lo mejor que podía pasar al Real Murcia, un equipo que saca su mejor cara cuando se ve por detrás en el marcador. Será otro día, porque ayer no hubo esa reacción. Cuando Pacheta sacó a su tercer delantero -Nino-, Salmerón se daba cuenta por fin que estaba en el banquillo Carlos Martínez, el mejor jugador en las últimas jornadas, pero ya era tan tarde que el técnico almeriense se arrepintió tan rápido que su último cambio fue dar entrada a David Mateos, como si perder le importara igual de poco que le había preocupado a sus jugadores.