Fernando Torres jugó este domingo el último partido con el equipo de su vida, el Atlético de Madrid, con el que le une un vínculo inquebrantable, de emociones, pertenencia, corazón y sentimiento, como aficionado y como futbolista, ligado por siempre por un amor incondicional inusual en el fútbol moderno.

De Torres hacia la hinchada y de la hinchada hacia Torres, cuya imponente carrera -campeón de casi todo a nivel de equipos y selección- no se entenderá nunca sin las rayas rojiblancas, sin el escudo del Oso y el Madroño, sin el Vicente Calderón, sin el Wanda Metropolitano y sin el Atlético de Madrid.

Desde que era un niño, cuando fue por primera vez de la mano de su abuelo al Vicente Calderón a ver a su equipo o cuando probó en categoría alevín en el campo de Cotorruelo, cuando sobresalió por encima de todos, cuando Manuel Briñas y Manolo Rangel le pusieron una nota de "diez más uno", según recordó el primero de ellos.

Hasta la despedida del domingo, cuando, con el sueño cumplido de haber ganado un título con el Atlético, el miércoles en la Liga Europa, "el mejor, sin duda", de todos los éxitos que ha logrado, según dijo emocionado en la celebración del viernes en la fuente de Neptuno ante su afición, como un ídolo rojiblanco para la eternidad.

"Este título va dedicado a Fernando, que es el Atlético de Madrid", resumió instantes ante Gabi Fernández, el capitán del equipo rojiblanco, en una afirmación que no admite ninguna duda, porque toda una vida, los hechos y su historia lo demuestran con total certeza, sin un solo matiz, como un ejemplo indiscutible.

Ni siquiera cuando el fútbol le dirigió a otros destinos, cuando fue al Liverpool, a cambio de 36 millones de euros, al Chelsea, con la consecución de una Liga de Campeones y una Liga Europa, o al Milán alteraron el vínculo inseparable entre ambos por muy lejos que estuviera del Vicente Calderón, por mucha distancia entre ambos.

El último partido de Torres en el Atlético.

Desde niño, desde que acudió por primera vez al recinto rojiblanco para ver en directo a su equipo, en un empate a uno de la temporada 1994-95 entre el Atlético y el Compostela, y desde que probó y fue elegido por las categorías inferiores en el campo del Parque de las Cruces, en Madrid, para jugar en el alevín rojiblanco.

Desde que ascendió en una carrera fugaz al primer equipo, desde el juvenil a la plantilla profesional, sin parada intermedia ni en el Atlético C ni en el Atlético B y procedente del Europeo sub'16 que ganó con la selección española en la final frente a Inglaterra con gol suyo. Fue el mejor jugador y el máximo goleador del torneo.

Desde que el club le reclamó para el primer equipo, como un impulso indispensable para un conjunto que viajaba con excesivos altibajos por el último tramo del curso en Segunda División; desde que debutó con él con el número 35, el 27 de mayo de 2001 en un Atlético-Leganés en el Calderón, o desde que, una jornada después, cabeceó su primer gol en Albacete y elevó las ilusiones de ascenso.

Ese año, el objetivo se escapó. No al siguiente, con la vuelta al banquillo del Atlético de Luis Aragonés, un entrenador del que aprendió muchísimo el '9' rojiblanco, con el que ascendió a la máxima categoría del fútbol español y con el que debutó en Primera el 1 de septiembre de 2002 ante el Barcelona en el Camp Nou.

Fernando Torres ya era el ídolo del Calderón. Ahí permaneció durante siete temporadas. A las dos citadas en la categoría de plata, la primera desde el tramo final, le siguieron otras cinco en la elite del fútbol español, entre los mejores, como el alma de un equipo que aún perseguía su recuperación tras el descenso del 2000.

Era la figura, el motor y el goleador indiscutible del equipo año tras año. Desde 2002-03, su presentación en Primera con trece goles, hasta 2006-07, el último curso antes de poner rumbo al Liverpool, con catorce tantos, pasando por 2003-04 (19), 2004-05 (16) y 2005-06 (13). En total 75 goles, 18 de penalti, en 174 encuentros de Liga.

De ahí se despidió el 4 de julio de 2007. Había fichado por el Liverpool. "Estoy orgulloso de ser del Atlético. Siempre mi corazón va a ser rojiblanco (...) Espero volver algún día", explicó el '9' en una mañana triste en el estadio, la que significaba la partida de un futbolista esencial en ese momento en el club rojiblanco.

Fue un "hasta luego" que lo llevó al Liverpool, en el que pulverizó récords, como el extranjero con más tantos en la temporada de su debut con ese club o el futbolista 'red' que más rápido alcanzó los 50 tantos -lo consiguió en 72 encuentros-. A la vez, la grada del Calderón se llenó de camisetas de 'reds' de Torres.

Después al Chelsea, con el que consiguió la Liga de Campeones (2012) y la Liga Europa (2013), y luego al Milán, en el inicio del curso 2014-15, sin intuir quizá entonces que el destino le dirigía hacia el lugar más deseado, hacia su origen, hacia su felicidad, al reencuentro con el Atlético de Madrid, a uno de los momentos más emocionantes, sino el que más, de su carrera: su presentación.

"No había un motivo para acercarse al Calderón aquella mañana, es como un hijo se va de casa y vuelve a los siete años y su familia está ahí para decirle 'hola'. Así me sentí yo y fue el momento más especial que he vivido como futbolista, y no ha sido ni un partido ni un gol", recordó de aquel día Torres, arropado, aclamado y recibido por 50.000 aficionados en una presentación sin comparación ni antes ni después en los 115 años de historia del club rojiblanco.

Ahí comenzó su apasionante segunda etapa en el Atlético. "Yo entré en el Atleti con diez añitos y para mí es mi casa. Tuve la suerte de debutar, jugar muchos partidos, marcar muchos goles y siempre ha sido mi casa. Uno puede tener muchas casas, pero sólo un hogar. Tuve la oportunidad de volver y ahora estoy disfrutando del Atleti que siempre soñé, el Atleti campeón que puede disputar a los poderosos", decía el pasado 9 de abril cuando anunció su adiós.

El 7 de enero se reestrenó frente al Real Madrid con una victoria por 2-0 en el Vicente Calderón, después le siguieron 157 partidos y 36 goles más en tres años y medio, las lágrimas de la final de la Liga de Campeones perdida en la tanda de penaltis en 2016; su apasionante y emocionante título con el equipo rojiblanco, el pasado miércoles, y su adiós, este domingo, al Atleti, el club de su vida.