La de la semana pasada era la cita más importante de la temporada en la ciudad portuaria. Hasta que el partido ante el Rayo Majadahonda lo superó. El ambiente en el Cartagonova era sencillamente espectacular. Se rozó el lleno, con unos de 13.000 espectadores animando al equipo, y la afición, ya desinhibida una vez que la presión por alcanzar el primer puesto había desaparecido, llevó en volandas a su equipo durante todo el partido. Pancartas, cánticos, gritos de apoyo... El Cartagonova no parecía un estadio de Segunda División B. Incluso La Virgen de La Caridad se desplegaba en una de las esquinas, por si era necesaria. Solo quedaban libres las esquinas y las filas de la zona inferior del graderío. Las tribunas y los fondos estaban a reventar.

En las horas previas, se habilitó una 'Fan Zone' en los aledaños del estadio, en la que había una pizarra para que la hinchada escribiera sus mensajes de ánimo al equipo.

La hora (las cuatro y cuarto de la tarde), alteró los biorritmos de la hinchada cartagenerista. El calor hacía de las suyas en la ciudad portuaria a esas horas de la tarde en pleno mes de mayo, y algunos jugadores lo acabaron acusando el tramo final. La temperatura se unía a que hay futbolistas con casi cuarenta partidos en las piernas a estas alturas de temporada.

La cita era única: el Cartagena no se había visto en una de estas desde el año 2009. Es decir, desde el anterior ascenso de la mano de Paco Jémez, cuando doblegaron al Alcoyano con un resultado idéntico al del partido de ayer (2-1 en la ida con goles de Yuste y Samuel Bayón). En la vuelta, los albinegros empataron en El Collao 2-2 para firmar una de las páginas más exitosas de su historia y pisar la Segunda División por primera vez desde la fundación del nuevo club. Han pasado nueve años desde entonces, y nunca el Cartagena había estado a una sola eliminatoria del ascenso.

De nuevo el choque se inició con una lluvia de papel higiénico 'a la argentina'. La hinchada empujaba a los suyos para que obtuvieran un gran resultado de cara al partido de vuelta en el Cerro del Espino, donde el Rayo Majadahonda comparte instalaciones con el Atlético de Madrid. Rápidamente el equipo albinegro respondió con el tanto de Rubén Cruz, que va camino de convertirse en héroe en la ciudad portuaria a base de goles y goles (ya lleva once). Aketxe, que salió en la segunda parte, cumplió con su papel de agitador que vuelve locas a las defensas. Y otro más para su cuenta particular, que ya va por catorce.

Desde la grada lo vieron varios representantes del Real Murcia. Por un lado, Mauricio de La Vega, quien espera una resolución judicial para confirmar que es el dueño, y Pero Gómez Carmona; por otro el entrenador del conjunto grana, José María Salmerón. También estuvo Raúl Moro, expresidente murcianista. Otras caras conocidas que se dejaron ver por las gradas fueron Quique Pina, ex del Granada y ahora en el Cádiz; los tres hermanos Cordero; Pedro Reverte, director deportivo del UCAM, y Eduardo Zaplana, ex del PP.

El mazazo del gol del Rayo Majadahonda al filo del descanso dejó helado al Cartagonova. Después de un primer tiempo sensacional, ese tanto fuera de casa del conjunto madrileño les daba un colchón inmejorable de cara a la vuelta. Pasara lo que pasara en el segundo tiempo, ese gol valía oro.

El Cartagonova enmudeció durante un tramo de partido. El 1-1 pudo ser peor, porque el Rayo Majadahonda puso a los albinegros contra las cuerdas en el inicio de la segunda mitad. Con el gol de Aketxe volvió la ilusión, aunque queda en el hincha un sentimiento de euforia contenida, porque el 2-1 es un resultado, cuanto menos, peligroso. Pero queda la esperanza de que la última vez que se logró el ascenso, ante el Alcoyano, el marcador del partido de ida fue exactamente el mismo. El otro protagonista del choque era Guzmán Mansilla. El colegiado no tuvo su mejor tarde en el Cartagonova, y la grada se lo hizo saber. Un penalti no pitado sobre Owusu en el segundo tiempo terminó de desatar las hostilidades, porque el ambiente ya se había calentado durante el primer acto.