Un buen padre, en las semanas previas a los exámenes, aumentaría la vigilancia sobre su hijo. Le animaría durante las horas de estudio y le reprendería en caso de desidia y pasotismo. Ningún progenitor permitiría que su niño dejase pasar el tiempo mirando las musarañas o perdiendo el tiempo echándose unas cuantas partiditas a la ´Play´. Salvo que ese padre se llamase José María Salmerón. Porque el almeriense consintió que sus jugadores dejaran escapar sus opciones de liderato ante un Betis B ya descendido; pasó por alto el pasotismo y la ausencia de juego contra el Lorca Deportiva, donde el resultado maquilló las carencias; y toleró que ayer se cayera frente a un equipo que no ganaba desde el mes de febrero y que, con todas sus limitaciones, se paseó firme por Nueva Condomina. Y lo hizo, como para sorpresa comentó en rueda de prensa, pese a que en los entrenamientos de las últimas semanas había sido testigo directo de como sus jugadores levantaban el pie del acelerador.

La mayoría de entrenadores lo habría corregido al primer despiste. Los menos lo habrían hecho al segundo. Sin embargo, Salmerón, como esos padres que no se preocupan de lo que hacen sus hijos en las semanas previas a los exámenes finales, ni lo hizo a la primera ni se preocupó por volver al camino correcto a la segunda. De ahí, que ayer, el Linense, que tenía todas las papeletas para descender de categoría, se sintiera tan cómodo que de no ser por los nervios de Wilson Cuero y por el palo podría haber celebrado su salvación con una goleada en un campo como Nueva Condomina.

Ni los titulares del Real Murcia se esforzaron por afilar las armas con vistas a los play off ni los suplentes utilizaron los últimos partidos para subir posiciones en la lista de Salmerón. Ni unos ni otros se preocuparon por lo que pasaba en el terreno de juego. Ni unos ni otros intentaron disimular un poco la desidia que les acompaña desde hace tres semanas. Salvo algunos disparos lejanos de David Mateos y la lucha constante de Chrisantus, el resto fue para olvidar. Tanto que el Linense disfrutó de un partido tan plácido que los de Pedro Sánchez parecían volar sin tener alas. Solo tenían que apretar un poco para superar a un equipo que ni andaba, solo paseaba.

A los trece minutos ya había avisado el Linense. Almenara estrellaba el balón en el palo y a los treinta y seis a Wilson Cuero se le presentaron de repente todos los fantasmas de su pasado en Murcia cuando en un mano a mano inmejorable se venía abajo a la hora de batir a Biel Ribas.

Cada balón dividido siempre acababa en las piernas de los visitantes, cada jugada de alta tensión era ganada por los de La Línea, cada minuto de presión siempre llegaba del mismo lado. Mientras que en el lado grana el reloj corría tan lento que parecía que Salmerón había apretado el modo ´slow motion´; Pedro Sánchez de la Nieta animaba a los suyos a seguir acampando a sus anchas por Nueva Condomina.

Armando, más de recibir órdenes que de inventar, no era capaz de saber dónde estaba; David Mateos volvía a convertirse en un lastre a la hora de iniciar el juego ofensivo y Fran Carnicer bastante tenía con pensar qué excusa utilizaría esta vez para pedir el cambio antes del minuto 60. Ni Carlos Martínez fue ayer el faro al que agarrarse. Solo Xiscu intentaba encontrar el cable que activase la bomba, porque Chrisantus se llevaba la bronca por querer salir del área a coger un balón que nadie cuidaba. Debía sentirse extraño el nigeriano, porque desde el banquillo se aplaude a los que no corren y se reprende a los que intentan, aunque sea saltándose las reglas establecidas por el técnico, hacer algo más para animar un partido que, visto lo visto, no tendría que haber costado 2, 3 y 5 euros, sino que debería haber sido gratis.

Con todas las debilidades, con el fantasma del descenso persiguiéndoles por el terreno de juego, con todos los miedos de ver que desde el 11 de febrero no habían logrado una victoria, el Linense quiso aislarse de todo, centrarse en 90 minutos que podrían darle la vida. Y, si ellos no la tenían todas consigo, ahí estaba Salmerón y su ejército para enseñarles el camino. David Mateos cometía un penalti y Stoichkov no falló ante Biel Ribas.

No se sonrojaron los granas, no pensaron en dar una alegría a esos aficionados que sin haber prácticamente nada en juego se habían molestado en acudir a la grada. Mientras David Mateos y Chrisantus hacían cosquillas a Montoya, Stoichkov se empeñaba en ser el héroe de la salvación del Linense. Lo hizo con un gol sorprendente. Con Biel Ribas adelantado, la defensa permitió a Stoichkov rematar de cabeza para superar al meta murcianista. Y de no ser por el balear la cosa podría haber sido mucho peor, porque unos minutos después una estirada del portero grana evitaba que Almenara siguiese hurgando en la desconexión murcianista.

Desperdiciadas tres semanas, con consentimiento de un Salmerón que pese a ser testigo de que el motor no ofrecía el rendimiento esperado en las pruebas de conducción no ha conseguido solucionar los problemas, el Real Murcia entra de lleno en los exámenes finales. El primero llegará el próximo fin de semana. Y la desidia estará prohibida.