«Desde la llegada de Raúl Moro, el club no lleva ninguna contabilidad». La frase pronunciada el pasado mes de junio por un consejero murcianista durante una conversación privada se ha convertido en la definición perfecta de la gestión económica del consejo de administración presidido por el extremeño. Apenas un par de semanas necesitó Mauricio García de la Vega para comprobar que la contabilidad no era la asignatura favorita de los ya directivos salientes. Menos tiempo incluso ha necesitado un Víctor Gálvez que, pese a llegar de la mano de Raúl Moro, ha aprovechado sus dos contactos con los medios para levantar algunas alfombras, aunque las palabras del oriolano cuestionando las cuentas en ninguno de los casos -ni tras la junta del 11 de abril ni tras el almuerzo con periodistas del 25 de abril- fueron acompañadas de documentos y pruebas.

A falta de detalles que concreten dónde está parte de la taquilla de la Copa del Rey o cómo se agotaron tan pronto los ingresos obtenidos en verano, el balance económico elaborado por el consejo de administración presidido por Raúl Moro y liderado por Deseado Flores como consejero delegado se ha convertido en el peor enemigo de los ya exdirigentes murcianistas. Las cuentas anuales, que en la junta del 11 de abril fueron tiradas para atrás por el propio Raúl Moro -Corporación Augusta cedió su voto a Víctor Gálvez-, reflejan unas pérdidas de 1.862.124 euros, una cifra que agrava todavía más la delicada situación de una entidad que en solo seis meses de gestión del equipo del extremeño ha tirado por tierra la política 'low cost' que se había instalado en Nueva Condomina desde el descenso administrativo.

Si Guillermo Martínez Abarca abandonaba el Real Murcia aprobando unas cuentas en las que aparecía un pequeño superávit -208.910 euros-; la entrada en el club de Raúl Moro y la política de fichajes de Deseado Flores no solo acabaron con el equilibrio presupuestario sino que además, tal y como defienden Mauricio García de la Vega y Víctor Gálvez, han agravado notablemente la ya peligrosa situación económica de la entidad. Habrá que esperar al cierre del actual ejercicio para conocer realmente el alcance del despilfarro del extremeño, que el pasado verano aumentó la apuesta confeccionando una plantilla con sueldos de Segunda División y a la que en octubre ya no podía pagar; aunque sus primeros seis meses al frente, tal y como refleja el balance presentado a los accionistas, han supuesto una gestión calamitosa.

Según las cuentas, que han sido cuestionadas por distintos frentes al considerar que están incompletas y que no van acompañadas de la correspondiente auditoría, el Real Murcia ha engordado su deuda en más de 1,8 millones, todo debido a una gestión en la que los ingresos han caído de forma considerable y los gastos han crecido hasta el punto de ahogar a un club que adeuda cuatro mensualidades a los empleados de oficinas, que tiene en una situación límite a los futbolistas del Imperial y del División de Honor y que, solo gracias a la inyección realizada por Víctor Gálvez, ha conseguido calmar al vestuario del primer equipo con el abono de tres mensualidades.

Durante el ejercicio 2016-2017, debido a la revolución invernal llevada a cabo por Deseado Flores para cambiar completamente la cara de una plantilla que se quedaría sin ascenso, los gastos en salarios fueron de 1.785.975 euros. Dentro de esa partida, además de los sueldos del primer equipo, también están incluidos todos los costes de personal que tiene la entidad. Un año antes, el club había desembolsado 1.564.599 euros en ese concepto, es decir que con Raúl Moro al frente se elevó dicha partida en 221.376 euros.

A la vez que aumentan los pagos en nóminas, las cuentas presentadas en la junta reflejan que la cifra de negocios del club durante el periodo ya mencionado han caído estrepitosamente. Entre el 1 de julio de 2016 y el 30 de junio de 2017, a las arcas del club entraron 829.910 euros; 404.895 euros menos que el ejercicio anterior, y eso que en ambas temporadas el equipo militó en Segunda B. En ese apartado aparecen los ingresos por competiciones -se pasa de 235.656 euros a 315.198-; los ingresos por abonados y los ingresos por publicidad.

La decisión del consejo presidido por Martínez Abarca de cambiar la política de precios y lanzar una campaña de abonados más barata para atraer a los aficionados supuso un golpe duro para las arcas del club, que recibieron 498.971 euros cuando un año antes habían percibido 727.876 euros; sin embargo el dato más llamativo llega en publicidad. Según las cuentas presentadas por Raúl Moro, el Real Murcia solo ingresó 15.061 euros en ese concepto, cuando en la 15-16 se obtuvieron 270.593 euros.

Solo lo que paga Vive la Suerte, el patrocinador principal de la elástica grana, supera la cifra 'inventada' por Moro y su equipo, lo que deja ha llevado a algunos aficionados y accionistas minoritarios a defender que el consejo de administración presidido por el extremeño desvió gran parte de los ingresos del club a una cuenta que hasta el momento no se conoce, en un movimiento parecido al que denunciaba Víctor Gálvez hace unos días al indicar ante los medios que habían desaparecido 280.000 euros de la taquilla de la Copa del Rey.

Hasta la llegada del cacereño al club, todos los contratos publicitarios se hacían a través de la Marketing Real Murcia SL. Para evitar los embargos de Hacienda, el consejo de administración entrante puso en marcha en abril de 2017 Real Murcia Publicidad SL. Raúl Moro defiende que se está operando a través de esta empresa, cuyos movimientos no estarían reflejados en las cuentas, sin embargo en la lista de sociedades que aparece en el balance sí está incluida Real Murcia Publicidad SL, por lo que, de haber una tercera sociedad como defiende el ya expresidente, esta podría no estar vinculada directamente con la matriz, en este caso el propio Real Murcia SAD.

Por último, los ingresos de explotación también han caído notablemente, pasando de 450.257 euros en la 15-16 -340.342 euros por cesión de jugadores y 100.000 euros de subvención a la explotación- a 257.499 euros en la 16-17.